El Zen es la educación de la atención para la realidad. En el Japón medieval
el Zen fue patrocinado por los samurai porque éstos, que no tenían ninguna
paciencia ni para el estudio libresco ni para las elucubraciones
metafísicas, encontraron en el Zen una manera rápida y eficaz de manejar la
realidad en un contexto escueto de vida y muerte.
George Lois, director del
consejo y director creativo de Lois Pitts Gershon, de Nueva York, aconseja a
quien se pregunte cómo destacan los japoneses conduciendo sus negocios como
un operativo militar que lea el Libro de los cinco anillos, de Musashi (The
Overlook Press).
consejo y director creativo de Lois Pitts Gershon, de Nueva York, aconseja a
quien se pregunte cómo destacan los japoneses conduciendo sus negocios como
un operativo militar que lea el Libro de los cinco anillos, de Musashi (The
Overlook Press).
Tradicionalmente hemos sufrido de una especie de pared divisoria entre lo
etiquetado como espiritual y lo etiquetado como material. Las personas
dedicadas a cosas del espíritu se han encontrado apáticas y lentas respecto
a lo concerniente a la materia. ¿Qué tan material es la materia? Armados de
un microscopio de túnel podemos constatar que la aparente superficie
continua del costalito de piel en el que creemos que estamos encerrados no
es continua, sino que aparecen grandes agujeros, los poros. En nuestra
exploración encontramos, a continuación, grandes espacios vacíos
intermoleculares y, a su vez, en las moléculas encontramos vacío entre los
átomos. Cuando nos adentramos en el átomo nos damos cuenta de la inmensidad
de ese vacío. Sin embargo, sólo al adentrarnos en las partículas del átomo
constatamos que las partículas subatómicas están separadas por
escalofriantes dimensiones vacías. ¿Escalofriantes? No necesariamente si nos
damos cuenta de que somos nosotros los que estamos hechos de vacío como
vacío es el espacio entre las estrellas.
etiquetado como espiritual y lo etiquetado como material. Las personas
dedicadas a cosas del espíritu se han encontrado apáticas y lentas respecto
a lo concerniente a la materia. ¿Qué tan material es la materia? Armados de
un microscopio de túnel podemos constatar que la aparente superficie
continua del costalito de piel en el que creemos que estamos encerrados no
es continua, sino que aparecen grandes agujeros, los poros. En nuestra
exploración encontramos, a continuación, grandes espacios vacíos
intermoleculares y, a su vez, en las moléculas encontramos vacío entre los
átomos. Cuando nos adentramos en el átomo nos damos cuenta de la inmensidad
de ese vacío. Sin embargo, sólo al adentrarnos en las partículas del átomo
constatamos que las partículas subatómicas están separadas por
escalofriantes dimensiones vacías. ¿Escalofriantes? No necesariamente si nos
damos cuenta de que somos nosotros los que estamos hechos de vacío como
vacío es el espacio entre las estrellas.
En la cáscara de apariencia no reside la genuina alegría. Ésta reside, por
ejemplo, en triturar nuestra cáscara de rigideces y prejuicios, a la hora de
que destrozamos lo que creemos que somos, rigideces, prejuicios y valores,
escuchamos y vemos que no hay detrás del romper nuestra cáscara una agresión
sino que, liberados de la cáscara y viendo lo que en realidad es,
constatamos dulzuras que se precipitan a raudales. En una situación dual, yo
estoy frente al mundo y el mundo está en torno mío como un objeto amenazante
que no me da oportunidades, que me trata mal, que tiene valores
incompatibles con los míos. Dentro de mi burbuja hago un berrinche porque no
se me da lo que yo quiero. En esta condición encapsulada desarrollamos mucho
miedo y vengatividad y nos da por querer someter el universo a golpes, como
dijo Alan Watts.
ejemplo, en triturar nuestra cáscara de rigideces y prejuicios, a la hora de
que destrozamos lo que creemos que somos, rigideces, prejuicios y valores,
escuchamos y vemos que no hay detrás del romper nuestra cáscara una agresión
sino que, liberados de la cáscara y viendo lo que en realidad es,
constatamos dulzuras que se precipitan a raudales. En una situación dual, yo
estoy frente al mundo y el mundo está en torno mío como un objeto amenazante
que no me da oportunidades, que me trata mal, que tiene valores
incompatibles con los míos. Dentro de mi burbuja hago un berrinche porque no
se me da lo que yo quiero. En esta condición encapsulada desarrollamos mucho
miedo y vengatividad y nos da por querer someter el universo a golpes, como
dijo Alan Watts.
En términos de negocios, nuestros recursos constituyen nuestra oferta, es un
cofre en el cual hay tanto diamantes como calcetines nones y corchos de las
champañas de Navidad. Yo como Héctor-separado puedo catalogar determinados
contenidos de mi cofre como valiosos, lo cual resulta tremendamente
frustrante cuando resultan simplemente no comprables. Sin embargo, fuera de
la situación dual constato que el Héctor-demanda no es menos yo que el
Héctor-oferta. Entonces, responder sin prejuicios ni resistencias a la
demanda se me hace tan natural como, teniendo comezón, rascarme. Las uñas no
se sienten explotadas ni manipuladas ni resentidas con la piel por rascarla.
Funcionar como un todo orgánico hace que sintamos ¡qué rico, me estoy
rascando! Sin tabiques divisorios no hay adentro ni afuera, ni aquí ni ahí,
ni pasado ni futur, hay un fluir sin trabas.
cofre en el cual hay tanto diamantes como calcetines nones y corchos de las
champañas de Navidad. Yo como Héctor-separado puedo catalogar determinados
contenidos de mi cofre como valiosos, lo cual resulta tremendamente
frustrante cuando resultan simplemente no comprables. Sin embargo, fuera de
la situación dual constato que el Héctor-demanda no es menos yo que el
Héctor-oferta. Entonces, responder sin prejuicios ni resistencias a la
demanda se me hace tan natural como, teniendo comezón, rascarme. Las uñas no
se sienten explotadas ni manipuladas ni resentidas con la piel por rascarla.
Funcionar como un todo orgánico hace que sintamos ¡qué rico, me estoy
rascando! Sin tabiques divisorios no hay adentro ni afuera, ni aquí ni ahí,
ni pasado ni futur, hay un fluir sin trabas.
¿Cómo es que nos desunimos? Bíblicamente esto está narrado de la siguiente
manera: el momento en que decidimos que hay cosas buenas y cosas malas, le
torcemos el gesto a aquello y le sonreímos a esto. Esto es probar el fruto
del árbol del bien y del mal y también es ser echado del paraíso, condenados
a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. ¿Cómo se retoma la unidad
básica? Vamos a tomar del Jardín del Edén el modelo de la vegetación. La
vegetación, a la hora de florear, simplemente se vuelve también flores. Las
flores no son adquiridas, la flor es la planta y la planta es la flor. La
flor no es nada en sí misma de una manera separada, sino el fluir del total
de la vegetación. En el caso del ser humano y la economía, la flor es el
dinero. Así pues, el dinero es el hombre y el hombre el dinero. El dinero no
es nada en sí mismo, sino el total del fluir de la productividad humana. El
fluir de esa productividad es el fluir de la oferta, la demanda, las
hambres, la creatividad, las inversiones, la mercadotecnia y medularmente un
gusto incuestionable por lo que se está haciendo.
manera: el momento en que decidimos que hay cosas buenas y cosas malas, le
torcemos el gesto a aquello y le sonreímos a esto. Esto es probar el fruto
del árbol del bien y del mal y también es ser echado del paraíso, condenados
a ganarnos el pan con el sudor de nuestra frente. ¿Cómo se retoma la unidad
básica? Vamos a tomar del Jardín del Edén el modelo de la vegetación. La
vegetación, a la hora de florear, simplemente se vuelve también flores. Las
flores no son adquiridas, la flor es la planta y la planta es la flor. La
flor no es nada en sí misma de una manera separada, sino el fluir del total
de la vegetación. En el caso del ser humano y la economía, la flor es el
dinero. Así pues, el dinero es el hombre y el hombre el dinero. El dinero no
es nada en sí mismo, sino el total del fluir de la productividad humana. El
fluir de esa productividad es el fluir de la oferta, la demanda, las
hambres, la creatividad, las inversiones, la mercadotecnia y medularmente un
gusto incuestionable por lo que se está haciendo.
En el arte zen del dinerear nos rehusamos a satanizar algunas variables,
como cuando nos pronunciamos en contra de vender o en contra de crear. Así
mismo, en en el arte zen del dinerear nos negamos a deificar una disfunción
como la abnegación o el sacrificio, pues esto es mutilar la vegetación y
luego exigirle que floree. En la luminosa oscuridad del Zen el dinero
aparece como nada en sí mismo, el dinerear es como la rica interacción de la
vegetación.
como cuando nos pronunciamos en contra de vender o en contra de crear. Así
mismo, en en el arte zen del dinerear nos negamos a deificar una disfunción
como la abnegación o el sacrificio, pues esto es mutilar la vegetación y
luego exigirle que floree. En la luminosa oscuridad del Zen el dinero
aparece como nada en sí mismo, el dinerear es como la rica interacción de la
vegetación.
La unidad básica puede ser proyectada en la situación de negocios. He aquí
cómo entreno para la negociación. Al ver a alguien, sutilmente copia su
expresión facial y sus movimientos y actitud corporales. A la luz de lo que
sientes, formula una pregunta en primera persona del plural. Por ejemplo, al
copiar a una persona de cejas fruncidas, párpados caídos, mejillas
abultadas, digo: Tenemos que atesorar lo poco que nos queda. Al copiar a
alguien de cabeza adelantada, ojos exageradamente abiertos tras los
anteojos, digo: ¿Hacia dónde iremos? Nuestra intuición se vuelve certera con
la práctica y, al usar estas frases en una negociación, somos aceptados por
darle expresión a lo que está en la mente del interlocutor. Así se diluye la
noción contraproducente de venderle algo a alguien y la transacción de
negocios se libra de intencionalidad y resistencias. Además nos liberamos de
la timidez, que es contemplar el interior de nuestra propia identidad de
sujeto. Al absorbernos en la observación y en la incorporación de la actitud
facial y del lenguaje del cuerpo, convertimos en real el que yo soy tú y tú
eres yo. Las paredes se disuelven.
cómo entreno para la negociación. Al ver a alguien, sutilmente copia su
expresión facial y sus movimientos y actitud corporales. A la luz de lo que
sientes, formula una pregunta en primera persona del plural. Por ejemplo, al
copiar a una persona de cejas fruncidas, párpados caídos, mejillas
abultadas, digo: Tenemos que atesorar lo poco que nos queda. Al copiar a
alguien de cabeza adelantada, ojos exageradamente abiertos tras los
anteojos, digo: ¿Hacia dónde iremos? Nuestra intuición se vuelve certera con
la práctica y, al usar estas frases en una negociación, somos aceptados por
darle expresión a lo que está en la mente del interlocutor. Así se diluye la
noción contraproducente de venderle algo a alguien y la transacción de
negocios se libra de intencionalidad y resistencias. Además nos liberamos de
la timidez, que es contemplar el interior de nuestra propia identidad de
sujeto. Al absorbernos en la observación y en la incorporación de la actitud
facial y del lenguaje del cuerpo, convertimos en real el que yo soy tú y tú
eres yo. Las paredes se disuelven.
La realidad de la no apariencia, del no ser es susceptible de ser sentida,
de no ser captada por la mente racional, verbal, lógica. En una ocasión un
niño le preguntó a su papá de dónde procedía el gran árbol que estaban
contemplando. El papá le pidió al niño que trajera una semilla; habiendo
abierto la semilla, el padre mostró a los atónitos ojos del niño el vacío en
el corazón de la semilla. El ser procede del no ser. Como dice Hui Neng:
desde el principio nada es.
de no ser captada por la mente racional, verbal, lógica. En una ocasión un
niño le preguntó a su papá de dónde procedía el gran árbol que estaban
contemplando. El papá le pidió al niño que trajera una semilla; habiendo
abierto la semilla, el padre mostró a los atónitos ojos del niño el vacío en
el corazón de la semilla. El ser procede del no ser. Como dice Hui Neng:
desde el principio nada es.
Bibliografía recomendada:
La doctrina Zen del inconsciente
Ensayos sobre budismo Zen
D. T. Suzuki, Editorial Kier.
La doctrina Zen del inconsciente
Ensayos sobre budismo Zen
D. T. Suzuki, Editorial Kier.