Andrés García Ibáñez (Olula del Río, 1971), representante del Realismo Contemporáneo cuya sólida carrera artística es reconocida tanto dentro como fuera de España, y José García Ibáñez (Olula del Río, 1977), filósofo de profesión y pintor de innegables cualidades, exponían juntos por primera vez en 1996.
Año en el que ambos eran seleccionados para la colectiva ‘Maestros de la pintura almeriense del siglo XX’, celebrada en el Auditorio Maestro Padilla de Almería. Un completo recorrido por la plástica almeriense a través de más de doscientas obras firmadas por los principales pinceles contemporáneos, entre los que se contarían Perceval, Capuleto, Cantón Checa, Gadea, Ginés Parra, Federico Castellón o Pradal, para el que Andrés García Ibáñez enviaba el óleo El destino (1996) y José, quien entonces presentaba su obra por vez primera en Almería, uno de sus paisajes del Almanzora.
Tras aquella primera ocasión, los dos hermanos han compartido sala a lo largo del tiempo en diversas ocasiones. Así sucedería en 1996, por segunda vez en el mismo año, en la Galería T. Tortosa de Almería; en el año 2000 en la Galería Contreras de Almería; en 2006 y 2007 en las dos ediciones del proyecto ‘Art Almanzora’ promovido por la Diputación de Almería; y más recientemente, en 2014, en la muestra ‘OlulArte 12+4’ en la que ambos colaboraban.
Entonces, si no es la primera vez que tendremos la oportunidad de disfrutar de forma conjunta de la obra de Andrés y José García Ibáñez, quienes incluso comparten espacio en el Museo Casa Ibáñez de Olula del Río, ¿qué es lo que hace diferente, incluso especial, esta nueva ocasión? Sin duda, el gran acierto de Ginés Fernández como responsable de la Galería KartON al reunir a los dos artistas en solitario y en torno a un único tema: el paisaje. Un género al que ambos pintores han dedicado especial atención a lo largo de sus respectivas carreras, desnudando su alma en cada una de sus vistas para dejar traslucir en sus lienzos su amor por la Naturaleza y la Pintura, pero que nunca antes había sido elegido por ambos a un mismo tiempo para concurrir a ninguna de las ocasiones anteriormente reseñadas.
Esa es, sin duda alguna, la decisión que ha convertido en especial esta nueva exposición de la Galería KartON de Huércal-Overa. Porque lejos de lo que se podría pensar por los vínculos familiares de ambos artistas, e incluso porque ambos han compartido en más de una ocasión espacio y horas de trabajo, esta muestra temporal nos dará oportunidad de comprobar cómo Andrés y José García Ibáñez se enfrentan al género del paisaje con diverso ánimo y dispar sensibilidad. Como si la apuesta de ambos nos permitiese explicitar la diversidad de formas de entender esta temática, casi tantas como artistas se han acercado hasta la misma, a la que desde inicios del siglo XX ha asistido la Historia del Arte.
Así que pasen y disfruten de esta nueva, y atinada, apuesta expositiva a la que podría ser aplicada, por las emociones que en el espectador despertarán y al margen de la carrera artística de cada uno de los expositores, aquella máxima tan hispana del “tanto monta, monta tanto”. Dejen volar su imaginación e incorpórense mentalmente a los paisajes de Andrés García Ibáñez, fiel reflejo, de ejecución directa y sincera –con predilección por la primera intención–, del espectáculo visual y luminoso que a la sensibilidad extrema del artista ofrecerá la Naturaleza; disfrutando especialmente nuestro pintor de la ejecución del natural, de la captura del momento, de la luz exacta y los colores en estado puro, en línea con algunos de nuestros clásicos contemporáneos a los que, por cierto, admira profundamente. Déjense llevar por las sensaciones que en nuestra alma provocarán las vistas de José, imágenes de pincelada impresionista que no sólo nos recordarán espacios conocidos y reconocibles, sino que también evocarán en nosotros estados de ánimo y afectos –tal vez aquellos mismos que el pintor sintió o reconoció ante el paisaje elegido– que, entroncando con la filosofía que durante el Romanticismo hizo del paisaje espejo del alma del artista, nos presentarán una obra íntima, recogida a la luz del estudio, por la que siempre transitará la personal sensibilidad poética, casi extrema, que surca toda la obra de José García Ibáñez.