Yo os ofrezco el mío de esta semana por si sirve de inspiración. La primera anotación es “Gracias por mis rodillas” ¡Qué articulación más fuerte! Me permiten subir y bajar, estar de pie y se quejan poco (ya se que a algunos ya os empieza a dar guerra, pero aun así habrá que agradecerles los “servicios prestados”). Las siguientes anotaciones son mi salud, la vida entregada de mis padres (cayó en mis manos una foto de mi yaya, mi madre y de mis tías y daba gracias por sus vidas), vivir en un país desarrollado, la lluvia “calaera” que cayó el sábado, la ducha caliente, el amor de las personas que me rodean (me trajeron una riquísima crema casera de zanahoria), un trago de agua después de venir de hacer deporte, una cervecita que tomé de aperitivo mientras hacía la comida, la misa del domingo con mi comunidad…
Esta es la mía, pero seguro que vosotros podéis confeccionar la vuestra. Y, os puedo asegurar que si tenéis mirada atenta, no cabe en una libreta los apuntes de la semana. ¿Qué nos aporta hacer balance? En primer lugar, ejercitar el músculo del cerebro. A veces, es vago y solo trae a la memoria lo negativo, cosa que conlleva a quejarnos de todo. Traer a la conciencia esa gratitud nos hará ser más felices. En segundo lugar, volver sobre lo vivido puede dar un nuevo sentido a las cosas. Esas cositas pequeñas a las que no damos importancia pueden suponer un “lujo asiático” vistas con los ojos del niño agradecido.
San Pablo le dice a su gente de Éfeso: “En efecto, por gracia estáis salvados mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir” (Ef 2, 4-9). Todo gratis, sin merecerlo se nos regala el bien más preciado. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo” (Jn 3,14), y su único Hijo entregó su vida. Y todo por amor. Nosotros no hemos hecho nada para merecerlo, no tenemos nada que cambiar para que Él nos ame más… Él solo ama porque EL AMOR SOLO AMAR SABE.
Por eso, hoy tomo conciencia de todo lo recibido. Descubro y agradezco a todas esas personas que se vuelcan cada día en mí. Que preguntan o ponen un mensajillo. Por todo lo que le da un “toque” a mi vida. Dejo hoy atrás las quejas, los rencores, las envidias, los momentos negativos y contemplo tu ENTREGA AMOROSA POR MÍ. Y entonces, me siento, miro al cielo y te grito: GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS!
Ramón Bogas Crespo
Director de la oficina de comunicación del Obispado de Almería