Escuchaba hace unos años, por accidente, a Nieves Concostrina hablando sobre el origen del permiso de circulación y como es habitual, hipnotizado por la ironía, naturalidad y verosimilitud con la que nos cuenta las historias, decidí quedarme hasta el final.
Pues resulta que en 1611 ya había atascos de vehículos en la capital de España, por lo que las autoridades decidieron que no todo el mundo podía circular con carruaje, carros o carretas (no creo necesario aclarar que por entonces no existían los vehículos autopropulsados). Así que había que disponer de una licencia para tenerlos y poder desplazarse en ellos y dicha licencia, por supuesto, estaba destinada a las élites.
Aquello terminó resolviendo, por un tiempo, los problemas de aparcamiento.
De esta manera fue como me vino a la memoria aquella historia, viendo como los “nuevos carruajes” saturan hasta el hastío las calles de mi barrio, el de Los Ángeles, pasando sus conductores parte de la vida al volante, buscando un hueco donde dejar su vehículo. Y es que unas de las muchas carencias que tiene este barrio es la falta de zonas de aparcamiento. Sí, es
un problema muy serio que hay que gritarlo hasta que alguien ponga una solución, pero esto no justifica aparcar en cualquier parte y de cualquier manera.
Sobre la zona del Camino de La Molineta, Av. De La Cruz y Vecina Concha Ruiz, es habitual ver como desaprensivos aparcan sobre los jardines, aplastando los setos y acabando con las pocas zonas verdes que tenemos en el barrio. Esto sucede casi todos los días, agudizándose también en los días de mercado ambulante cuando son algunos de los vendedores los que ocupan estas zonas, rompiendo las aceras y jardines que hemos pagado entre todos y de las que ya no podemos disfrutar.
Pero si queda algún resquicio de naturaleza viva en estos desvanecidos jardines o el Ayuntamiento se ha dignado a reparar alguna acera, a reponer algún árbol o planta, llega la feria para complicarlo aún más. Y “átense bien los machos” que llegan Los Toros.
Y hete aquí que, desaprensivos sin escrúpulos, sin miramientos, con toda la caradura de la que puedan hacer gala, “con las intenciones de un Miura”, revientan las aceras, los jardines, setos, plantas, árboles y todo lo que se pone por delante, para dejar su vehículo lo más cerca de la plaza. Y “escurriendo el bulto”, bajan de su vehículo disimuladamente pero con prisas, aplastando con sus pies lo que ha sobrevivido entre las ruedas. Y es que se les ha hecho tarde, pues han estado tomando unas copitas.
Todos los años se repite la misma historia. Desde la Asociación de vecinos La Palmera estamos hartos de denunciarlo y hay que ponerle freno de una vez. Por eso os pedimos que seamos capaces de disfrutar de la feria de una forma civilizada. Divirtámonos, utilicemos el transporte público, los aparcamientos subterráneos, demos un paseo o “metamos bien los riñones” y
acudamos con suficiente antelación para dejar el coche bien aparcado. Es difícil, lo sé, ya que yo también lo sufro, pero tendremos que poner un poco de nuestra parte.
Y si no habrá que llamar ¡Al TÍO DE LA VARA!
ASOCIACIÓN DE VECINOS LA PALMERA, BARRIO DE LOS
ÁNGELES.
www.lapalmera.org
José Luis Pérez Larrosa