Estaba don Juan José Matarí el otro día en el Congreso tratando de explicar a los señores diputados el lugar en el que caperuzita lleva colgada su cestita cuando va a casa de su abuelita, cuando alguien, muy mal enterado del asunto en cuestión, entendía que de lo que se trataba era, nada más ni nada menos, que de un corte, pero no de un corte de helado, sino de un corte de mangas.
¿Alguien se puede imaginar que un congresista se dedique a hacer cortes de mangas en tan importante institución? ¿A alguien le cabe en la cabeza que algún representante de los ciudadanos de Almería sea capaz de convertir en una pelea de gallos el Congreso de los Diputados? Es tan absurdo como pensar que por cualquier motivo, por más justificado que se pueda creer, alguien trate de hacerse con la razón a puñetazo limpio en lugar de con razonamientos en el templo de la palabra, donde quienes allí se sientan, tienen asegurado que pueden hablar con entera libertad, pues están protegidos por la ley y designados por los ciudadanos para ello, para expresar sus razones.
No señor, los almerienses, como el resto de españoles, sabemos que los miembros de un partido como el de don Juan José, con tanta tradición de democracia y de lucha por la libertad, sean capaces de convertir una institución o administración pública, en un corral de gallitos. Sabemos que, conscientes de su responsabilidad, se comportan con toda educación y moderación, escuchan sin interrumpir ni mostrar el más mínimo desacuerdo a todos los representantes de los ciudadanos, sin importarles si comulgan o no con sus ideas.
Pienso que don Juan José debería pedir al Presidente del Congreso públicas disculpas, pues no se puede utilizar algo tan inocente como explicar donde cuelga caperuzita su cestita, con un gesto de mala educación y peor gusto.