La obviedad no impide la expresividad de la situación en la que se encuentra la clase política dirigentes de la organización política gobernante en España y frenada su expansión en Andalucía porque nunca estarán los andaluces y las andaluzas tan convencidos para alzar su voz para asegurar “líbranos del mal”.
Me comentaba un amigo que estaba siendo muy duro con el Partido Popular y espontáneamente le respondí que me quedaba corto porque conocía a sus dirigentes, a los cuales vengo atribuyendo la connotación que le diferencia del nazismo y que consiste en que éste se ensaña y los franquitas no lo hacen como filosofía política sino por subsistencia, ya que es una necesidad vital en tanto que el ensañamiento les produce regocijo a estos especímenes.
El siglo pasado fue prolífico en personajes políticos de esta catadura, y que cuentan como común denominador su perfil y consecuentemente su incapacidad para asumir el Poder conseguido, haciendo alarde del celebérrimo proverbio popular que nos advierte que “si quieres conocer a Juanico dale un carguico”. Y esto es lo que pareció querer constatar la mayoría de garrucheros y garrucheras, aunque bien cierto es que todo parece indicar que fueron más los residentes que se unieron a un exiguo grupo de garrucheros y garrucheras para confiarle la Alcaldía de Garrucha al actual Equipo de Gobierno del PP.
Un equipo político que solo tiene el nombre para agrupar a unos cuantos personajes políticos con la única ambición de conseguir un suculento sueldo porque de otra forma estaría la mayoría padeciendo los efectos de esta crisis económica crónica. Una nueva clase dirigente del PP que contrasta abismalmente con la Derecha a la que no representan por mucho Poder que ostentan y que en Garrucha tiene la más pura esencia e infinitamente distanciada del Ex-Alcalde Adolfo Pérez López por personificar la filosofía que inspira la acción política clásica y basada en los principios arraigados y tradicionales de la sociedad española.
En el olvido han colocado los actuales dirigentes del PP local estos principios de los que se aprovechan en su acción política pero de los que se alejan en la práctica. El Partido Popular es una organización política confesional que por razones legalistas no lo hacen constar porque la CE declara al Estado español aconfesional pero en la práctica vienen haciendo alarde de sus principios religiosos inconsecuente e incongruentemente porque desprecian, y no solo omiten, la norma fundamental de la Iglesia Católica como son los Diez Mandamientos de la Ley de Dios, y a ver cual cumplen y cuales hacen lo contrario, utilizan a la Iglesia Católica para conseguir los votos de los católicos fervientes cuya intencionalidad ha manifestado la Alcaldesa de Marbella. Pero, eso sí, se autofacturan y autoutilizan lo público como si de su cortijo se tratara, estando a la espera de que el Fiscal Anticorrupción inicie la delimitación de lo público y lo privado en el gobernante autodenominado “popular” y en el que está suscitando malestar el testamento político que ha hecho Juan Francisco Fernández en favor de su buen e incondicional amigo Bernardo Simón (ya tiene aquí una razón, amable lector, que justifica el relajamiento pero no se relaje usted porque Franco Bahamonde no fue capaz de ponerme un esparadrapo en la boca por lo que mucho me temo que al final de mi vida laboral lo consiga un efebo político).
Pero lo realmente sorprendente que justifica por sí misma la obviedad de la frase de actualidad que inspira esta reflexión es la denegación al Ayuntamiento de acogerse al llamado “Plan Montoro” por el que los proveedores verían resarcidos sus trabajos. Y me ha sorprendido por mi atribuida ingenuidad al pesar que los actuales gobernantes de Garrucha contaban con unos técnicos capaces de conseguir la tranquilidad de los garrucheros, las garrucheras y los veraneantes en general, pero hete aquí que este acto de buena fe era solo eso y nada más. Ya en su día hice públicos los asesores municipales y hoy más que nunca vuelven a la plena actualidad porque su capacidad la ha cuestionado nada menos que técnicos ministeriales coordinados por una emblemática personalidad del Partido Popular, la misma organización política bajo la que campan los gobernantes garrucheros.
Desconozco las razones por las que se cesó al Interventor que tenía el Equipo de Gobierno del PSOE y por la que se nombró a un técnico municipal del Ayuntamiento de la capital, dicho sea de paso por un coste económico inasumible para un municipio como Garrucha que podría haber podido recurrir a la Diputación Provincial ya que su fuerza política justifica su existencia justamente en lo que no se ha hecho, porque las arcas públicas se encuentran a los cinco años en una situación de quiebra técnica que de ser una empresa privada habría cerrado sus puertas o en el mejor de los casos habría hecho un ERE.
El equipo técnico económico con que cuenta el Ayuntamiento de Garrucha pasará a la Historia por su incapacidad, por haber permitido que una empresa de la que el Alcalde era Administrador Único cobrase del Ayuntamiento unos veinte mil euros y por no haber sabido elaborar el correspondiente informe para acogerse al crédito liberado por el Ministro Montoro para liberarse de las deudas contraídas con sus proveedores, especialmente con la empresa Urbaser que es a la que iba destinada una gran parte del dinero solicitado, y definitivamente denegado por haber subsanado supuestamente las deficiencias detectadas fuera de plazo; es decir, la incapacidad en grado sumo, y a buen seguro pasan por ser los más brillantes profesionales, sin ninguna observación para estar recibiendo la empresa del Alcalde suculentas cantidades de dinero del Ayuntamiento que preside y haber presentado un informe económico denegado por defecto de forma y en una segunda ocasión por presentar fuera de plazo el Plan de Ajuste al que se había acogido. Si en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca se escuchó el grito “¡muera la inteligencia!”, en las calles de Garrucha durante estos tiempos de democracia devaluada y de crónica crisis económica debería alzarse el de “¡fuera los tontos!”.