El ministro del Interior, José Antonio Alonso, recalcó hoy “claramente” que el director general de la Guardia Civil, Carlos Gómez Arruche, hizo “en cada momento lo que tenía que hacer” tras la muerte de Juan Martínez Galdeano en el cuartel de Roquetas del Mar (Almería). “Lo que declaró, todos nos podemos equivocar y estar desafortunados”, dijo en su réplica en la comisión de Interior respecto a las declaraciones de Arruche en las que calificó la muerte de “incidente”.
En cualquier caso, Alonso insistió en que los criterios del Gobierno son la “tolerancia cero” frente a este tipo de hechos, la máxima investigación y la transparencia y depuración absoluta de cualquier tipo de irregularidad que se pudiera producir. Esto, agregó, lo dice el Gobierno y también “lo piensa el director general de la Guardia Civil”. “Si no, no estaría aquí”, resaltó Alonso.
En otro momento, el ministro –que dijo que el Gobierno está “desde el primer momento a cargo de la situación–, destacó que cuando Gómez Arruche ordenó suspender al teniente hace “lo que tiene que hacer”, resaltando que esta forma de obrar fue “correcta, contundente rápida” y que entonces se refiere sólo al teniente imputado porque de la información que entonces se posee es “la que se dirige” a este mando.
Ampliación del expediente
De la misma forma, consideró prudente y razonable que la ampliación del expediente, haciendo las medidas extensivas a los otros agentes implicados, tuviera lugar el 4 de agosto y que se esperase para ello a tener el resultado de la autopsia.
En este sentido, se preguntó que habría pasado si se hubiera ampliado el expediente “de la forma en que se hizo” antes de tener el informe de la autopsia y que luego ésta hubiera arrojado, por ejemplo, “que no había lesiones”. De haberse hecho eso, “el director general de la Guardia civil se habría columpiado”, afirmó.
Ha actuado bien
En su último turno antes del cierre de esta comisión, que duró más de cuatro horas y media, Alonso replicó directamente a Astarloa. "No trate de enfrentarme" con Arruche, le instó.
Declaró que el director general del Instituto Armado "goza de la confianza del Gobierno" y negó la acusación que previamente le había lanzado el diputado del PP. "No pongo (a Arruche) a los pies de los caballos porque digo que lo que ha hecho lo ha hecho bien y que ha actuado bien", replicó.
El ministro había dicho en su intervención inicial que fue el delegado del Gobierno en Andalucía, Juan José López Garzón, quien le informó de estos hechos al día siguiente de producirse, y no el director general del Instituto Armado. También incidió Alonso en esa primera intervención en que "recordó" a Gómez Arruche el principio del Gobierno de “tolerancia cero” con los malos tratos.
"No me quiera enfrentar", instó Alonso a Astarloa, reiterando que en las "declaraciones" a veces se acierta "más o menos". "Le puede pasar a usted todos los días con sus compañeros políticos", le dijo.
Subrayó que aunque en la Guardia Civil haya una dependencia orgánica, Gómez Arruche está "subordinado a la estructura jerárquica" y que actuó bien". Destacó, además, que el juicio a los subordinados "se hace por hechos" más que por lo que se dice, "porque lo que se hace es irreversible". "Lo que se dice siempre se puede corregir", apostilló.
“Mi estilo no es el suyo”
Ante las acusaciones del diputado “popular”, Alonso le remarcó que su "estilo" no era el de Astarloa. "Ese es su problema –señaló–. Respeto el suyo. No se si respeta el mío".
El ministro vaticinó que Astarloa, en su exigencia de responsabilidades, le acabaría diciendo que tenía que "bajar a la calle a poner esposas a los delincuentes". "Soy el jefe de la Policía y la Guardia Civil, pero no soy ni policía ni guardia civil –remachó–. Tampoco soy un investigador. El ministro del Interior no es quien hace los expedientes disciplinarios".
Igualmente, y en respuesta a las acusaciones de tardanza en la actuación, Alonso sacó a colación la muerte de un ciudadano guineano en un centro policial de Lanzarote en mayo de 2000, cuando Jaime Mayor Oreja era ministro del Interior. "El ministro suyo tardó más de cuatro meses y usted se me queja de que tarde una semana" en comparecer, agregó.
Asimismo, estimó que la reacción del Gobierno fue, "efectivamente", la de los "campeones de los derechos humanos", al tiempo que negó ver "malestar" en la Guardia Civil. "La Guardia Civil con nosotros está perfectamente bien", concluyó.
Otros casos: “Almería”, “Arregui”, “Zabalza”
Hay que retrotraerse veinte años atrás para recordar casos algo similares a la muerte de Juan Martínez Galdeano en el cuartelillo de Roquetas de Mar (Almería) por supuestos malos tratos. En ese mismo pueblo fueron detenidos el 10 de mayo de 1981 por la Guardia Civil tres jóvenes almerienses, confundidos con etarras. Torturados hasta la muerte, sus verdugos intentaron simular su fallecimiento por accidente de tráfico e incendio del vehículo. Fue el llamado “caso Almería” que costó 24 años de cárcel al teniente coronel Castillo Quero e inspiró en 1983 una película de Pedro Costa con ese título.
El 13 de febrero de 1981, poco antes del golpe de Tejero, la Policía detuvo en Madrid al vasco José Arregui Izaguirre. Nueve días más tarde ingresó en el hospital penitenciario de Carabanchel con gravísimas lesiones que terminaron con su vida. Fue el “caso Arregui”. Y en noviembre de 1985 a los interrogadores del cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo (San Sebastián) “se les fue la mano” con el detenido Mikel Zabalza que, tras veinte días desaparecido, apareció ahogado y con las manos esposadas en el río Bidasoa. Fue el “caso Zabalza”.
Fernando Gª Romanillos