Boulding añadió entonces, por primera vez en la ciencia económica, una comparación analógica de la economía de nuestro Planeta con la economía cerrada de una nave espacial, mas que despilfarrar inconscientemente unos recursos que a la larga son limitados ,Boulding mencionaba de la necesidad de adoptar el comportamiento obligado por supervivencia de los tripulantes de estas naves y, a modo de ejemplo, la necesidad de almacenar y posteriormente reciclar el resultado de sus micciones si se deseaba poder seguir disponiendo de agua en futuro.
La revolucionaria propuesta de Boulding era así pasar de la anticuada y tradicional economía de frontera ,esa economía propia de unas tierras por conquistar llenas de recursos infinitos ,a una nueva economía de la nave espacial Tierra, donde los recursos que se poseen son finitos,y por lo demás ya escasos, dígase el agua liquida potable.A Boulding deberíamos de reconocerle como el autor de ese reciclaje que en estos momentos ,casi medio siglo después empieza a formar parte de nuestra sociedad, aunque aun sea de forma muy tibia.
En el año 1972,el Club de Roma publicaba el informe Meadows acerca de los limites del crecimiento y,en el año 1987 ,la primera ministra de Noruega,Gro Brundtland,descartaba la idea del crecimiento como valor intrínsico para sustituir este por el nuevo concepto de desarrollo sostenible, en un informe presentado bajo el revelador titulo de “Nuestro Futuro Común”. En un planeta con recursos finitos es absolutamente imposible seguir creciendo indefinidamente.Aunque a algunos esto les pueda resultar una idea no demasiado frecuente o dominante, el Planeta Tierra es nuestra nave espacial y, en la misma forma que los tripulantes de una de ellas, estamos imperiosamente obligados a mantener en optimas condiciones este vehiculo que nos mueve a través del Cosmos.
En nuestro planeta Tierra, al que por cierto deberíamos de llamarle Planeta Agua, tan solo son renovables las energías de nulo o muy bajo impacto ambiental que utilizan para su generación recursos naturales que se puedan renovar constantemente como son la fuerza del agua o del viento, la radiación del Sol,la materia orgánica o la energía geotérmica y, es en este campo hacia donde debemos de volcar nuestros esfuerzos inversores que permitan la adecuada investigación en unas tecnologías cuyo grado de desarrollo es muy variable y en algunos casos incipiente, díganse la utilización de biomasas para la producción de biocombustibles líquidos o generación eléctrica, que actualmente utiliza modelos convencionales de caldera-turbina aunque esté evolucionando hacia sistemas de conversión termoquímica como es la combustión en lecho fluido y la gasificación. A esto deberíamos de añadir un gran esfuerzo en el campo del hidrógeno y potenciar el consumo responsable.
Es posible, que si emprendemos sin demora este camino, en un futuro lejano la ciencia termine por hacer realidad las imaginadas esferas de Dyson que nos permitan seguir disponiendo de una fuente de energía inagotable, pero para ello sería necesario reconstruir nuestro Sistema Solar para disponer así de una biosfera artificial que encerrara completamente nuestra Estrella y poder recuperar toda su energía. Hoy por hoy esto entra dentro del campo de la Ciencia Ficción, y si queremos conseguir un sistema mundial limpio y sostenible, el futuro pasa por una apuesta decidida y contundente por las energías renovables y un nuevo modelo económico cuya prioridad sea la sostenibilidad.
Las personas somos fruto de nuestros errores, y no existe mayor error que no aprender del pasado y tener que repetirlo. El futuro del planeta y la suerte de los seres vivos que con el cohabitamos y esto incluye a la humanidad, depende hoy más que nunca de nuestras fuerzas morales, si caemos en el error, si seguimos apostando decididamente por la exuberancia irracional del mercado, por una globalización turbo capitalista frontalmente opuesta a toda lógica y objetividad, sus funestas consecuencias descargaran a modo de golpe de martillo sobre la inmensa mayoría de las personas, cebándose aún con más fuerza si cabe sobre los más débiles. Y lo más trágico de todo ello es que somos nosotros mismos con nuestras ansias de falsa riqueza, nuestra postura de falsa comodidad y nuestro inmovilismo, los primeros que por activa y por pasiva contribuimos y colaboramos orgiásticamente en la consecución de este genocidio planetario.