El 2020 ha sido un año catastrófico para el sector turístico español y, concretamente,
para el sector del alojamiento. Así lo confirman hoy los últimos datos arrojados por la
Estadística de Movimientos Turísticos en Fronteras (FRONTUR) y la Encuesta de
Gasto Turístico (EGATUR), que estiman que España recibió casi un 85% menos de
turistas internacionales en diciembre de 2020 y que su gasto disminuyó más de un
86% frente al mismo periodo de 2019. Así, según ambas fuentes, en el conjunto de 2020
han visitado España 19,0 millones de turistas, frente a los 83,5 millones de 2019 y el gasto
acumulado alcanzó los 19.740 millones de euros, frente a los 91.912 millones del año
anterior.
Desde la irrupción del coronavirus, se han adoptado medidas tanto en España como en
otros países de la eurozona que restringen la circulación de ciudadanos, el transporte
internacional y la actividad empresarial. Esto sumado a la descoordinación de protocolos a
nivel europeo dio como resultado el desplome del turismo internacional, el cierre de miles de establecimientos de hostelería y la caída de viajes y pernoctaciones, con un impacto
devastador en el tejido empresarial del sector y consecuencias inmediatas en el conjunto
de la economía española por el efecto de arrastre del turismo con otros sectores económicos.
Si atendemos a las cifras más recientes aportadas por el Instituto Nacional de Estadística
(INE), vemos que, con el comienzo de la pandemia en torno al mes de marzo y los
consiguientes confinamientos, España ha visto disminuidas un 82% las pernoctaciones
de extranjeros y un 57% las de los españoles. Una gran parte del sector no ha abierto sus
puertas desde el mes de marzo y podemos afirmar que a principios de 2021 tan sólo se
encuentran abiertos un 10% de hoteles en todo el país y prácticamente el 95% de los
trabajadores del sector han sufrido un ERTE o se encuentran en estos momentos
afectados por uno de ellos.
Aunque los subsectores de aire libre y turismo de interior experimentaron algunos brotes
verdes durante los meses de verano, no significó ni un 10% de la operativa normal frente
a un año como 2019, que hay que recordar que fue año récord en el turismo español. Pero,
sin hacer comparaciones con el pasado ejercicio, podemos decir que 2020 ha sido un año
desastroso y que nos encontramos ahora ante una situación muy crítica.
Ante este escenario, los principales organismos internacionales situaban la recuperación
total en torno al año 2023/2024 y los cálculos más optimistas nos hablan de una pérdida
directa superior a 100.000 millones de euros hasta final de año e imposible de predecir
más allá si no existe un remedio a corto plazo para la enfermedad.
Desde la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (CEHAT) nos
hemos empleado a fondo con el fin de adoptar medidas que protejan tanto a los
empleados como a las empresas hoteleras y que den facilidades a los españoles y
extranjeros para viajar y disfrutar de una movilidad segura, primando la salud en todo
momento.
En este sentido, desde el comienzo de la pandemia, su consiguiente confinamiento y el
posterior anuncio y fases de desescalada en cada zona, CEHAT trabajó para aplicar los
protocolos necesarios para garantizar las máximas medidas de seguridad durante
estos meses y proteger, fundamentalmente, a los viajeros y a los trabajadores del sector.
Los protocolos fueron elaborados por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE),
en colaboración con los diferentes subsectores, y validados por el Ministerio de Sanidad,
Consumo y Bienestar Social. El Instituto tecnológico Hotelero (ITH) y CEHAT participaron en la elaboración de los protocolos para el sector alojativo y, con el fin de facilitar su uso y
aplicación por parte de los hoteleros, diseñaron una checklist de medidas para la
reducción de riesgos higiénico-sanitarios.
En 2021 esperamos que con las vacunas y una cierta recuperación de la confianza en el
viaje podamos, a partir del segundo semestre, recuperar algo. Sin embargo, no será igual la afectación en todas las zonas de España, como puede ser el caso de aquellos lugares con
falta de conectividad o determinados segmentos del mercado, que van a tener muchas
dificultades de supervivencia si no hay una serie de ayudas directas y no se establece de
forma urgente un plan de recuperación de la demanda.
Por tanto, no somos optimistas para este 2021. Todo va a depender de lo que duren la
pandemia y la falta de demanda. Y, sobre todo, tenemos que pensar en todos nuestros
trabajadores y en no destruir las empresas porque, si no, no podremos recuperarnos.
En estos momentos, la situación que vivimos es muy clara: tenemos un paciente −el
turismo−, que está en la UCI afectado por COVID-19. Con la llegada de la vacuna, parecía
que iba a poder levantarse, pero, tras el anuncio de la nueva cepa y del cierre de los
mercados, tendremos que volver a dormirlo prolongando el tratamiento que veníamos
aplicándole y administrarle incentivos para que no se muera en forma de medidas muy
concretas y adaptadas a la casuística que viven las empresas del sector. No olvidemos que
un sector muerto es mucho más complicado de recuperar que un sector convaleciente pero
resiliente al que se le apliquen las medidas adecuadas.
El turismo español requiere urgentemente un auténtico plan de choque para que no se
destruyan las empresas ni el empleo. Este plan de choque tiene que ver con la falta de
confianza del viajero y la falta de expectativas de demanda a corto plazo.
Por ello, necesitamos no gastar y drenar de más liquidez a las empresas, muchas de las
cuales están atravesando ya por serias dificultades. Esto pasa por que haya una
prolongación de los ERTE durante todo 2021 mientras que no haya demanda suficiente
para que, dependiendo de las necesidades de las empresas puedan seguir utilizando los
Expedientes de Regulación Temporal de Empleo con la exoneración completa de la
Seguridad Social, ya que no se puede seguir gastando mientras no se tengan ingresos.
De igual modo, es inadmisible que, mientras no se tengan ingresos, estemos pagando
impuestos y tasas municipales, autonómicas y nacionales como el IAE, la Tasa Residuos
Urbanos de Actividades, la Tasa de Paso de Vehículos, la Tasa de Ocupación de Vía Pública,
entre otras, o el IBI, para lo que el sector solicita la modificación de la legislación nacional
que impide a los ayuntamientos la exoneración de cuotas del IBI. Este tipo de medidas son
fundamentales para proteger la liquidez de las empresas. Necesitamos que no salga ni un
euro de la caja.
En línea con ello, también necesitamos que se permita a los alojamientos turísticos la bajada de potencia eléctrica y caudal de gas sin penalización. Estas disposiciones son
fundamentales para paliar el fuerte impacto económico que está originando la pandemia en
el sector, que se estima en unos 50.000 € por hotel al mes de los que el sobrecoste
energético supone entre 2.000 y 3.000 € mensuales. Este tipo de medidas para pymes son
esenciales para poder adaptar las necesidades de los establecimientos alojativos a los
nuevos escenarios marcados por la evolución de la pandemia y a las medidas que se van
estableciendo para combatir y frenar la propagación del virus.
Al mismo tiempo, aplaudimos las últimas medidas tomadas en relación con los créditos ICO, y recordamos que es fundamental que haya una ampliación del periodo de carencia en el pago de principal de todas las operaciones financieras en las que participan las
empresas hoteleras y de alojamientos turísticos.
Y, a más largo plazo, en el momento en el que haya una cierta recuperación de la demanda, este paciente – el turismo- que está saliendo de la UCI va a necesitar cierta ayuda con planes para la creación de demanda como la creación de un programa de bonos
turísticos y de un pasaporte sanitario digital para facilitar que puedan viajar aquellas
personas que estén vacunadas o testadas o la reducción del IVA y demás impuestos
indirectos al sector para el año 2021 como un elemento de incentivación de la demanda,
entre otras.
Actualmente estamos, por tanto, centrados en la supervivencia del paciente, es decir,
en las medidas a corto plazo para garantizar la desaparición de los hoteles que están
cerrados o con una operativa muy baja. Pero esperamos ver pronto signos de mejora y
esperanza y que podamos mirar al futuro y planificar su recuperación con más optimismo.
Sirvan estas líneas para trasladar todo nuestro agradecimiento a nuestros huéspedes y
a la sociedad civil en general. Ahora necesitamos la ayuda y solidaridad de todos para
volver a retomar la senda del crecimiento y la recuperación y, con un poco de oxígeno,
volveremos a tirar del carro de la economía española y a ser líderes mundiales en
competitividad turística.
2020, odisea en el Turismo
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