Lo primero que pensé al leer el titular del vídeo objeto de controversia política fue el alarde de sinceridad que había tenido Eugenio Gonzálvez, el que considerábamos sempiterno Alcalde de Gádor y ahora ocupando un escaño en el Senado, tras haber pasado por la Diputación provincial y el Parlamento Andaluz, pero al que nadie le recuerda como profesor con una tiza en la pizarra de su aula aunque sí postulándose a la Presidencia Provincial del partido Popular.
La longevidad en política era considerada antes como un plus y tras la crisis, bendita crisis, que ha servido para revelar a la empobrecida clase media y a la clase baja sumida en la pobreza contra la clase política española que ha hecho de esta otrora noble y de servicio actividad una pingüe profesión. Esta concienciación que ha conseguido la crisis se viene manifestando en el desvío de su apoyo hacia otras organizaciones políticas y en un comportamiento de ciudadanos marginados que está deteriorando el clima de convivencia y generando una psicosis social en determinadas zonas geográficas.
Estas circunstancias han provocado la ruptura del sistema político bipartidista que se logró durante la Transición Política, desde mi humilde punto de vista, por la errónea utilización que han hecho de él, al haberlo convertido no solo en una profesión sino que no suficiente con ello lo han utilizado como instrumento para enriquecerse ilícitamente, de tal manera que lo han establecido como sinónimo de delincuencia para la mayoría de los españolitos y españo9litas de a pie.
Y en este contexto, en un momento de ebullición social por tal circunstancia, aparece el reconocimiento explícito nada menos que por un Senador del Reino, lo que aparenta transmitir, por las circunstancias en que se produce este alarde de sinceridad, una invitación para emular al personaje que ha logrado el éxito a vivir cómodamente sin trabajar. Y ésta connotación es la que me parece sumamente grave e indigna en un cargo público, motivo por el que, en mi opinión, merece apartarse del escaño, que coincide ostentarlo en una Cámara Legislativa donde el ciudadano común cree que se ha convertido en un refugio de personajes políticos huyendo de la Justicia. La frase en cuestión es la que se viene escuchando durante los últimos años en avispados ciudadanos con ambiciones desmedidas, es el contexto y lo que transmite como invitación lo que considero realmente grave y, reitero, merece su absoluta reprobación y por consiguiente su abandono del cargo.
Si el abandono del escaño se hubiera producido nada más conocerse públicamente en un país civilizado de nuestro entorno europeo, sin temor a equivocarme, porque conozco el ADN de la Derecha española y el comportamiento del PP, mucho me temo que le servirá a Eugenio Gonzálvez para consolidarse como Senador del Reino o hacerse merecedor de otro cargo por designación. Pero de lo que estoy más seguro aún, y eso que entre sus prebendas conseguidas figura la conservación de su suculento sueldo base, es que no volverá a un colegio para ejercer la muy noble labor docente.
Por considerar que este alarde de sinceridad, fiel reflejo de lo que pensamos un considerable sector social, no es una simple broma en una tertulia sino que se trata de una traición del subconsciente, porque tengo constancia de que otros personajes políticos de su organización política-empresarial piensan exactamente igual que el Senador en cuestión, me sumo a la petición para que renuncie al escaño en el Senado y en su defecto se inste al Partido Popular a que lo aparte de sus filas para que no se erija en ejemplo de lo que no debe ser la actividad política, otrora considerada como servicio social por quienes éramos catalogados como idealistas y ahora como considerados subnormales.
En medio de tanto eclecticismo y tanto periodismo enlatado da gusto leer opiniones como ésta del Sr. Muñoz. Habla claro y se entiende.
Estoy de acuerdo con este análisis, especialmente con el último párrafo.