Inmersos en el otoño político no podría haber comenzado éste con una temperatura más elevada que la provocada por Cataluña, cuyo Gobierno está cuestionando la unidad de España y como tal su existencia, consecuencia de la advertencia que le hizo Artur Mas al todavía Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cuando le exigió sus demandas y caso de no ser atendidas “atente a las consecuencias”.
La amenaza del hijo político de Jordi Pujol al Mariano Rajoy llama poderosamente la atención y una vez llegado al extremo en que nos hallamos resulta sorprendente que el Presidente del Gobierno no actúe de la manera tan contundente como le estamos pidiendo los españolitos y españolitas de a pie así como sus antecesores en el cargo José María Aznar y Felipe González. Que el hijo político de Jordi Pujol se permitiera amenazar al Presidente del Gobierno puede ser la razón por la que el Gobierno de España no atienda el clamor popular para que aplique las acciones legales extraordinarias que le otorga la Constitución Española.
Esta inanición del Presidente del Gobierno de España y su respaldo por la Jefatura del Estado solo alcanzo a justificarlo en las reiteradas amenazas de Jordi Pujol sobre la supuesta posesión de dosieres que acabarían con la democracia, y cuando lo hace público persistentemente a modo de advertencia, como respaldo en la acción de la Justicia sobre su presunta apropiación indebida de miles de millones de euros, algún efecto debe estar teniendo para que no se le esté aplicando todo el peso de la Ley al nieto político del ExPresidente de la Generalitat.
Cataluña ha conseguido marcar la agenda política española, lo que supone todo un éxito político. Y uno de los efectos que está consiguiendo es la creencia popular de que el presidente Puigdemont se ha situado por encima de la Ley sin consecuencia alguna, cuando al común de los españolitos y españolitas de a pie con la centésima parte de lo que ha hecho el dirigente catalán ya estaría entre rejas y a buen seguro que para una buena temporada. Esta discriminación negativa que estamos padeciendo los autoproclamados españoles es una de las consecuencias más nefastas políticamente que pueden estar produciéndose.
Desconozco en este momento si estoy en un error, pero vengo pensando, desde que Artur Mas amenazó a Mariano Rajoy, que los herederos políticos de Jordi Pujol solo están tensando la cuerda para conseguir lo que le demandaban al Presidente del Gobierno y un poco más debido a lo que está sucediendo, en la seguridad de que ninguno de los implicados tendrá continuidad en la cargo público que ostentan. No estoy seguro que lo pedido a Mariano Rajoy se lo hubiesen demandado a Rodríguez Zapatero o a Pedro Sánchez, porque no conviene olvidar que el entonces presidente del PP José María Aznar fue obligado a hablar catalán en la intimidad y somos muchos los que esperábamos una respuesta a los constantes agravios durante la etapa de Mariano Rajoy a Cataluña. Posiblemente la debilidad política de Mariano Rajoy le abocó a enfrentarse a Cataluña abiertamente, en la cierta seguridad de que la escasa simpatía que Cataluña posee en el resto de España le daría réditos electorales.
Cualesquiera que fuese la razón que históricamente viene enfrentando al PP con Cataluña, lo que en círculos políticos se comentaba durante la Transición Política era que los problemas con País Vasco y Cataluña serían resueltos exitosamente con dinero, y así se consiguió que el País Vasco aceptara la Constitución de 1978 y el expresidente de Cataluña en el exilio Tarradellas calificara de excelente su entrevista con el Presidente Adolfo Suárez.