En primer lugar, hay que lamentar las desgracias producidas: los fallecidos y los daños de todo tipo sufridos por los damnificados. Solidaridad con ellos y con las familias. Debemos volcarnos todos, sobre todo las administraciones, para reparar, en la medida de lo posible, las terribles consecuencias de la riada.
Pero creo que es necesario reflexionar si lo que ha pasado se debe sólo a la fatalidad, o la codicia de unos, la irresponsabilidad de otros y la inconsciencia de muchos no tiene mucho que ver. Hay cosas que tienen remedio y otras que no. Podemos hacer poco o nada, por ahora, para evitar que caigan 200 litros en tan poco tiempo y se produzca una riada. Pero sí podemos hacer mucho para evitar sus consecuencias, si estamos dispuestos a ser responsables a la hora de usar los recursos naturales.
Para mí, un ejemplo clarísimo de irresponsabilidad es el de Pueblo Laguna y su zona adyacente. Se llama así, precisamente por la existencia de una laguna litoral en la desembocadura del río Antas, producida por los sedimentos arrastrados por el río. No sólo la laguna sino una amplísima zona de sus márgenes, así como de su recorrido por el término de Mojácar y el borde posterior de la localidad de Garrucha, tienen un altísimo riesgo de inundación.
Los que viven allí de toda la vida y los que desde hace mucho tiempo la conocemos sabemos que, de cuando en cuando, el río se desborda y ocupa lo que de hace millones de años ha ocupado.
Hasta los años 80 del siglo pasado se ha respetado y era raro que ocurriera alguna desgracia. Desde entonces, la codicia y, sobre todo, la irresponsabilidad de todas las administraciones, especialmente la local, ha llevado a invadir lo que ha siso siempre del río. Y, como se suele decir, el río viene de vez en cuando enseñando sus escrituras. No todo es, por tanto, consecuencia de la fatalidad. Casi todo se debe a la iresponsabilidad humana.
Desde luego que esto sirve de poco para tantísima gente que, confiada en que todo estaba bien hecho, se ha asentado en la zona. Pero creo que ya está bien que, ellos con mayor dolor y peores consecuencias, todos tengamos que pagar por la desidia de quienes son los verdaderos responsables y no la madre Naturaleza.