{mosimage}Resulta paradójico que cuando vivimos en la era en que comienza a formarse la llamada Sociedad del conocimiento, en la que el principal valor, más que nunca, somos las personas y nuestras capacidades intelectivas, y a ello destinan enormes presupuestos los países más avanzados, y cuando además la situación por la que atraviesa el Municipio de Roquetas de Mar, reconocido por el Propio equipo de gobierno, y a la cabeza el Sr. Gabriel Amat, es poco halagüeña, y sería urgente procurarnos inversiones e inversores enfocados a reactivar el tejido productivo ( ej. I+D+I) solo a un neófito de nimia experiencia: y este no es su caso SR Gabriel Amat, y señores y señoras del gobierno en el Ayuntamiento, se le ocurría destinar una cifra multimillonaria de la que carecemos (para esto no nos suba los impuesto, por favor) endeudando aún más a nuestro ayuntamiento, para ENCERRAR IMPRODUCTIVAMENTE LA CIENCIA EN UN MUSEO, sencillamente grotesco.
El gran filósofo Italiano Giordano Bruno (1548-1600) nació en Nola (Italia). Estudió filosofía y literatura en Nápoles, y más tarde teología en el monasterio de San Domenico Maggiore. Disponía de una tenaz memoria y una extraordinaria inteligencia. En 1572 Bruno se ordenó sacerdote y ya en 1576, poniendo en duda muchas de las enseñanzas del Catolicismo y siendo, por lo tanto sospechoso de herejía, este monje dominico con opiniones poco ortodoxas abandonó su orden religiosa, por lo que tuvo que huir al norte de Italia, territorio con un carácter más seglar, escapando tanto de la Inquisición Napolitana como del Santo Oficio en Roma.
Con su inquebrantable determinación, sus creativas opiniones y controvertidos libros, Bruno retó a las férreas y atrincheradas creencias de la fe católica Romana, a los prejuicios peripatéticos de los físicos y astrónomos contemporáneos, así como a la implacable autoridad conferida al punto de vista aristotélico. Como ingenioso librepensador, molestaba tanto a la gente del pueblo como a los intelectuales, hasta el punto que nunca pudo disfrutar de un hogar duradero durante su vida, auque el se vio siempre así mismo como un ciudadano del UNIVERSO ENTERO.
El autodidacta Bruno, había rechazado rigurosamente los modelos cosmológicos geostáticos, geocéntricos y antropocéntricos, con esferas finitas, basados en los escritos aristotélicos de la antigüedad que todavía apoyaba la Iglesia Católica Romana. Fue profesor en la Universidad de Oxford, y publicó seis diálogos extraordinariamente brillantes que contienen los elementos esenciales de su valiente cosmología, de su nueva epistemología, así como sus opiniones sobre ética, religión y teología. Los escritos de Bruno denunciando la hipocresía y fanatismo dentro de la Iglesia, junto con su tempestuosa personalidad y su indisciplinado comportamiento, le convirtieron en una víctima de la intolerancia religiosa y filosófica del siglo XVI, que sutilmente aún perduran en nuestros días.
El filósofo fue condenado a prisión en las mazmorras de la Santa Inquisición durante siete años. Fue interrogado frecuentemente y torturado. Tras soportar este entierro en vida, fue sentenciado a muerte por influencia del cardenal Jesuita Roberto Bellarmino. Bruno nunca se retractó de su posición.
En Roma, cerca del Vaticano, el 17 de Febrero de 1600, a los 52 años, fue atado a una estaca, amordazado y quemado en público, mientras los sacerdotes cantaban sus letanías. Sus cenizas fueron echadas al viento y se mezclaron con LA TIERRA que había sustentado su vida y pensamiento. Bruno preparó el terreno a la Cosmología de nuestra época. Los más recientes descubrimientos empíricos en Astronomía, así como las últimas especulaciones racionales en Cosmología y Exobiología (vida fuera de La Tierra) contienen muchas de sus brillantes visiones y fascinantes intuiciones. Una visión inspiradora que aun hoy está llena de significado en nuestro moderno marco científico y filosófico.
Sr. Gabriel Amat, Señoras y Señores del Partido Popular, equipo de gobierno en el consistorio de Roquetas de Mar, basta ya de acarameladas y melifluas peroratas laudatorias en pos de una obra para la que no es el momento. Superemos primero la CRISI que nos está atenazando y, después; si procede, adelante con el museo, y que este refleje también la barbarie y el horror Inquisitorial al que fueron sometidos todos aquellos que como Giordano Bruno osaron cuestionar los inamovibles y aberrantes dogmas de aquel catolicismo.
Feliz Año.