No solo son gobiernos los interesaos en conocer lo que piensa el pueblo en un momento determinado y sobre una cuestión específica sino que medios de comunicación también toman el pulso a la sociedad periódicamente.
La Cadena Ser, con su Pulsómetro, publica todas las semanas una encuesta. El País, El Mundo, La Razón, ABC, e ingente número de periódicos y revistas se muestran interesados. No soy docto en la materia, pero me gustan leerlas encuestas, y observo que en muchas ocasiones existe una abismal diferencia entre los publicado y los que en realidad ha sucedido. Especial mención merece al respecto el espectacular fracaso obtenido durante la última legislatura de Felipe González, en la que las predicciones fueron casi contrapuestos. No fue la única vez que ello sucedía ni tampoco la última ocasión en que ocurría.
Y yo siempre digo que nuestra provincia es el reflejo de lo que ocurre en el país, y eso parece que también sucede en cuanto a las encuestas se refieren. Existe el comentario extendido de que nadie ha sido, ni se conoce a alguien, que haya sido consultado en una encuesta. Tal vez por ello sea por lo que las encuestas son vistas con recelo, con cierta desconfianza, y observamos que su valoración siempre está en función de los intereses.
Así, hace un tiempo que La Voz de Almería realizó una encuesta sobre intención de voto en tres municipios (Almería, Roquetas de Mar y El Ejido), lo que se ha repetido a nivel provincial últimamente. Y, como he dicho anteriormente, el apoyo obtenido dependía de quien lo expresaba, cuando lo lógico, lo normal, hubiese sido ofrecer la máxima fiabilidad a un trabajo científico. Pero ello no ocurrió ni pasará, porque no es verdad que sea científico y contenga los errores inherentes a toda obra hecha por una persona humana. De ahí que este trabajo sociológico esté sumamente devaluado en cuanto a intención de voto se refiere, y que algunos lo consideremos como el mejor arte o medio para manipular a la opinión pública.
Me baso para tal afirmación en numerosas anécdotas, tales como ofrecer una cierta visión del adversario según los propios intereses. En este sentido he podido constatar que dos encuestas han diferido totalmente según quien las haga encargado. Sabido es que la influencia de las encuestas en la elección de candidatos electorales es importante por no decir determinante. Y se ha dado el caso de que fuerzas políticas han querido influir, o han influido, en la elección de un determinado candidato de la organización política adversaria, y lo han hecho desde las encuestas. Y anécdotas las hay a tropecientas miles, para todos los gustos. Hasta mediante encuestas se han fabricado candidatos, y en muy pocas ocasiones se ha correspondido el resultado en la encuesta con el real.
Próximamente se va a publicar una encuesta en un municipio emergente de la provincia de Almería, en la que se viene a decir que nadie me moverá del sillón y el adversario mejorará sus resultados electorales con respecto a los comicios últimos, al tiempo que se apoya a un cierto candidato. Es el mensaje que se pretende ofrecer, un mensaje malicioso, envenenado. No es el único caso, En otro municipio de la misma comarca también se ha hecho una encuesta sobre intención de voto, y los resultados no son tan halagüeños, pero también se envían sendos mensajes políticos a los adversarios.
Cualquiera que fuere el rigor, que he comenzado diciendo soy profano en ello pero como lector apasionado y atento observador de la realidad española y muy particularmente de nuestra entrañable provincia de Almería, las encuestas proliferaran en lo que resta de legislatura, y yo al menos me muestro sumamente prudente y algo escéptico. Lo que sí valoro enormemente es la opinión de la ciudadanía, por lo que precisamente por ello es por lo que suelo cultivar, desde siempre, este placentero método de pulsar la opinión social.