Cataluña fue la primera en tomar la decisión de prohibir las corridas de toros en su ámbito territorial, hecho que encolerizó a la Derecha Española, desconozco si por su vertiente economicista o cultural, porque a buen seguro que no conceptual.
No cabe la menor duda de que las corridas de toros son una tradición en España, como lo eran otras muchas que se han abolido en nuestra geografía nacional por el simple hecho de la mera evolución de la sociedad española.
Argumentar exclusivamente que las corridas de toros forman parte de la cultura popular española es condenar a este espectáculo hacia su abolición, como ha sucedido con otras muchas tradiciones que se consideraban obsoletas y no correspondidas con los tiempos actuales.
Yo estoy totalmente de acuerdo con quienes sostienen la ingente cantidad de dinero que se mueve en torno a las corridas de toros, casi una industria lo que se ha constituido a su alrededor, y parece que han sido justamente todos los afectados los únicos que han alzado su voz, además, como no podría ser de otra manera, los políticos carroñeros que han ido a ver los votos que pueden conseguir oponiéndose a la prohibición.
Pero lo que es la corrida de toros en sí misma, lo que se viene a llamar, desde mi punto de vista, macabramente, La Fiesta, es lo que se está cuestionando, y se hace, a mi juicio, porque hiere la sensibilidad de muchas personas. Ese espectáculo que se ofrece en el recinto cerrado de las Plazas de Toros es lo que se cuestiona en toda su dimensión, porque ofrece un aspecto educativo a considerar, como es la insensibilización de quien lo presencia y que tiene repercusiones en la convivencia de las españolitas y los españolitos.
Resulta obvio manifestar que el animal que va a ser sometido a un espectáculo que va a culminar con su vida lo hará de la forma más cruenta, un auténtico ensañamiento que produce el inalterable regocijo de quienes lo presencian. Observado de manera objetiva, o más exactamente de manera consciente, al toro que se le obliga durante la última media hora de su vida a someterse a una orgía y desenfreno de sangre y barbarie en medio del jaleamiento de los asistentes.
Media hora durante la que la sangre emana del cuerpo herido del animal al que se le ha debilitando físicamente, una media hora de atrocidades que es precisamente lo que la gradual sensibilización de una sociedad española en constante progreso y adquisición de valores se cuestiona, porque encima supone un acto de cobardía durante este tiempo en el que se emplean todo tipo de artes para disminuir su capacidad natural de defensa.
Por ello, esta media hora de atrocidades que deben reconfortar a los asistentes y hacerles salir del recinto espiritualmente pletóricos y con el estado de ánimo revitalizado. Si reconfortante debe resultar anímicamente para el espectador, no imagino lo educativo que debe ser para las nuevas generaciones y lo que les puede aportar La Fiesta para arraigar y fomentar la moral cristiana mayoritaria y tradicionalmente instalada en la sociedad española.
Por ello, entiendo que se debe hacer un gran esfuerzo para comprender las razones por las que una corriente de opinión cada vez más numerosa se alza contra La Fiesta, así como las que han inducido al PP para sustentarla.