Los niños se lo pasaron pipa en las actividades con agua que se habían preparado junto al Club Náutico de Roquetas de Mar. En un estanque les esperaban las pistolas y los globos de agua, preparados para que estallara la tercera guerra mundial.
En cuanto los operarios llenaron cada globito y se repartieron todas las pistolas los pequeños no se pensaron ni un segundo y fueron a por su presa. Era una mañana de mucho calor y el horno no estaba para bollos, así que era mejor no acercarse porque seguro que el más despistado iba a recibir en la cara un globazo cargado de agua que le iba a estallar en un ojo o iba a ser acribillado por los disparos de las pistolas de agua. Había chavales que parecían auténticos expertos y algunos con una cara de malos que parecían salidos de una película del oeste americano. ¡Con qué pasión elegían su presa, afinaban la puntería y disparaban!
A continuación los sollozos de la infante víctima, o quizá por el contrario el agresor se veía sorprendido por que recibía una descarga de globos cargados de agua que no esperaba o era acribillado por varias pistolas de agua. Pero por lo general las risas seguían a los disparos porque el agua fresquita era muy bien recibida por todos. Más de un padre intentaba seguir a lo lejos las evoluciones de sus hijo para evitar ser alcanzado por la guerra del agua pero acababa literalmente masacrado y además muerto de risa. Los desternillantes hechos sucedían a primera hora de la mañana junto a la playa, así que nada mejor que zambullirse en el mar para acabar de mojarse el remojo que habían alcanzado en pocos minutos.
Pero sin duda la mayor expectación se produjo con el baño de espuma. Se hizo esperar el ansiado momento porque daba la sensación que el cañón que tenía que fabricar la espuma no acababa de funcionar. Pero nada de eso. Todo requería su tiempo y el aparato necesitaba coger su ritmo. Poco a poco la chavalería se iba arremolinando junto al cañón después del aperitivo de los globazos y los duelos de pistola, creyendo en un primer momento que iba a soltar solamente agua el artefacto que habían preparado los operarios. Luego alguien avisó que era un baño de espuma, pero ya era tarde, y de repente el cielo se cubrió de espuma que literalmente ocultó la escena. Solamente se veía una inmensa nube blanca y se escuchaba un ensordecedor griterío acompañado de muchas risas. Los padres o los abuelos buscaban a los niños que parecían que habían desaparecido, pero nada más lejos de la realidad. Estaban todos partidos de risa cubiertos de espuma como si fueran estatuas blancas. Poco a poco la nube desaparecía y se iban encontrando los cuerpos de la chavalería intentando quitarse de encima la espuma que les había envuelto y especialmente limpiarse los ojos para poder ver algo.
Pero estos jóvenes se los estaban pasando muy bien porque cuando ya se habían limpiado volvía a escupir espuma el cañón y ellos, otra vez, a ponerse debajo para embadurnarse bajo la hilarante mirada de las familias. Sin duda fueron los peques los que más disfrutaron con las diferentes actividades de las fiestas del agua en la Feria de Santa Ana.