Había una vez una casa abandonada en la que vivían cientos de perros hambrientos. Los perros no podían salir a la calle y de vez en cuando alguno moría por la falta de alimento. Aquellos perros que ya llevaban muchos meses allí ya ni siquiera ladraban cuando veían personas cerca de la casa para que les dieran algo de comer.
Un día un hombre se acercó a la casa y al ver allí los perros intentó acercar su mano para darles comida. Sorprendentemente los perros, en vez de agradecer aquel gesto, empezaron a ladrar al hombre, a hechar espuma por la boca y a intentar morder la mano que quería darles de comer. Llegó algo de alimento al suelo y algunos perros pudieron por fin comer algo. Mientras tanto los otros perros seguían ladrando a aquella persona que se habia parado a ayudarles y que decidió volver al pueblo a por más comida. Cada vez que iba con algo de comida la manada le ladraba porque les parecía poco.
Mientras tanto seguian pasando personas cerca de la casa… Y los perros no les ladraban ni aunque oyesen las burlas de los viandantes.
Al final el hombre que estaba intentando ayudar a los perros se cansó y un día decidió dejar de ayudar a los perros, hacer como el resto.
Moraleja: No muerdas la mano que está intentando darte de comer y no trates mejor a quien nunca quiso hacer ni hará nada por quien necesitaba ayuda.
Joaquín García Martín
Presidente Asociación Víctimas del Paro.