Ante todo deseo expresar públicamente a través de este medio de comunicación, tras no haberlo otros medios a los que se les hizo llegar, si más sincera y emotiva gratitud a UGT, encarnada en Lola por haber sido con la que me entrevisté para hacerle llegar mi pretensión e Isa que me hizo llegar la organización, por el acto de homenaje a mi abuelo materno Roque Soler Peregrín al haber sido represaliado tras la guerra civil por su sensibilidad social durante su etapa como médico en Pulpí.
Agradecimiento emotivo igualmente a Carmen Castilla y a Carmen Vidal, a la sazón secretarías generales de UGT en Andalucía y en Almería, por revestir el acto de la solemnidad que nos emocionó también a mi añorada madre que fue la que me transmitió desde mi más tierna infancia las vicisitudes por las que atravesó mi abuelo, pudiendo decir que crecí con una parte mutilada de referencias de mis abuelos, razón por la que, con la sinceridad que me caracteriza, no tengo pudor en afirmar que me hicieron llorar por este motivo la segunda vez en mi ya dilatada vida. No soy de lágrima fácil pero sí de sentimientos arraigados, profundos, bondadosos y generosos, y cuando los sentimientos afloran se deben manifestar con absoluta espontaneidad y normalidad, y no ocultarlos para transmitir una falsa imagen pública.
La emoción nos embargó a mi madre y a mí porque su vida discurrió inspirada en los hechos provocados por la sensibilidad social que poseía su padre y de los que adquirí plena conciencia, como digo, desde mi más tierna infancia, forjando la personalidad tras habérseme sido inculcados por mi madre. Este homenaje a mi abuelo materno podría inducir a errar en mi vida política, pero nada más lejos de la realidad por la consistente dosis de coherencia interna que con anterioridad a esta inmersión, durante y con posterioridad creo humilde y modestamente haber y estando haciendo gala.
Unos momentos indescriptiblemente emotivos los que nos hicieron vivir UGT muy particularmente a mi madre, pero también a sus hijos y a otras personas de la familia, que justamente una semana después nos abandonaría físicamente, última semana durante la que se prolongó la emotividad y el infinito agradecimiento hacia UGT y obviamente a los dirigentes provinciales y regionales que lo hicieron posible.
En estos tiempos de inestabilidad política como ocurriera en los que sucedieron los hechos, que los gobernantes pretenden vanamente dulcificar con aniversarios, no puedo ocultar unas ciertas vivencias comunes como vengo sosteniendo en varias reflexiones políticas, muy expresamente al fallecimiento de Rita Barberá y particularmente durante estos días en que me hacen pensar que a mi abuelo lo condenaron a doce años y un día por un régimen fascista, y yo voy por veintidós y llevo camino de duplicar la condena con otro nazi. No estoy exagerando, y así lo saben quienes me conocen, sino que por prudencia me quedo corto.
Desconozco la política sindicalista interna, no así la de algunos partidos políticos, pero haberla dotado externamente de humanidad como pienso que se ha hecho en el caso que motiva mi reiterado agradecimiento más sincero, emotivo e infinito es una aportación humana a la política de la que deberían tomar buena nota el resto de las otras centrales sindicales más jóvenes. Gracias, Lola, Isa, Carmen Vidal , Carmen Castilla y demás dirigentes sindicales por la sensibilidad sentimental con que habéis despedido a mi madre.