Pero si grave es ello, mucho más lo está siendo la pseudojustificación del terror de la banda armada que más horror y sufrimiento está causando a España.
En este estado de cosas, la principal fuerza política de la Oposición, el Partido Popular, generadora de la crispación socio-política existente en España, se encuentra instalada en una dinámica difícilmente asumible por el españolito de a pie, pero mucho menos por cualquier ciudadano que comparta mínimamente las reglas de un Estado de Derecho. Está, el PP, lisa y llanamente, a tenor de las expresiones de sus más conspincuos líderes, socavando las reglas de la España Democrática, produciendo vómitos porque los españoles no sentimos ninguna simpatía por las fuerzas políticas anti-sistema, las que se han colocado fuera del sistema político que tanta sangre, dolor y esfuerzo nos costó conseguir.
Pues bien, este panorama es el que tenemos actualmente, y Andalucía no escapa a esa estrategia, máxime cuando en esta Comunidad Autónoma contamos liderando la principal fuerza política a todo un Vice-Presidente del Gobierno, Ministro y Secretario General Nacional de la fuerza que ahora preside aquí, donde también fue candidato a la presidencia de la Junta de Andalucía tantas veces como se vieran frustrados sus loables propósitos. Yo soy de los que piensan que las formas son tan importantes como el fondo, que no es otra cosa que decir que los medios no siempre justifican el fin. Resulta evidente que no todos pensamos así, y no es menos obvio que somos mayoritariamente los que pensamos de esta manera.
Son abominables algunas cosas que dice el Presidente del PP en Andalucía, pero además nos hieren a los andaluces y a las andaluzas porque dala fundada impresión que nos trata como subnormales, es decir como personas irracionales. El discurso del Sr. Arenas parece estar hecho y pronunciado en un túnel del tiempo, no permite el menor atisbo de ver el más tenue rayo de luz, aunque sea artificial. Durante sus visitas a nuestra querida y entrañable provincia de Almería, Javier Arenas acude, entre otras razones que parecen ocultarse, a insultarnos a los almerienses con sus soflamas catastrofistas, metiéndonos el miedo en el cuerpo.
Me llama poderosamente la atención que la fuerza política mayoritaria tenga un carácter tan exquisito en las formas y tan poco combativo en el fondo ante el aluvión de despropósitos que está cometiendo la que le está pisando los talones electoralmente hablando. Y Diputación Provincial es el máximo exponente de la estrategia política del Partido Popular en Almería, donde, con gran regocijo y deleite, asistimos a un espectáculo dantesco que merecería el repudio popular.
Y en esta dinámica tan atroz como repugnante en la que está sumida el PP caben extraerse algunas lindezas como muestras de su acción de gobierno donde poseen esta responsabilidad y el alboroto generado donde se encuentran en la Oposición. El Partido Popular, esa fuerza política que contiene en su anagrama y señas de identidad la inofensiva y embaucadora gaviota, se ha quitado en esta Legislatura la máscara y ha sobrepasado con creces la tensión a que nos sometió José María Aznar durante el bienio que precedió a su acceso al Poder y los últimos cuatro años que lo ostentó. La ruptura del PP en Almería ha situado a esta fuerza política rozando la paranoia. Diputación Provincial y diversos Ayuntamientos se están viendo afectados institucionalmente y muy seriamente por esa circunstancia, lo que evidentemente repercute en la sociedad almeriense, que no está gozando del sosiego merecido y necesario, y al que también están obligados ofrecer las fuerzas políticas que los representan.