Las salidas de tono del Diputado en Cortes del PP por Almería Rafael Hernando vienen siendo habituales, por lo que en perfecta sintonía con sus correligionarios nos hace pensar que en el PP solo se consagra quien posee menos valores tradicionales que caracterizaban a la sociedad española, y así se puede constatar por los españolitos y españolitas de a pie en sus respectivas provincias.
Hasta hace poco se insertaban en la vida política de este país cuestionado como España todas aquellas personas que se habían convertido en referentes sociales en su ámbito, pero hoy acuden a la actividad política paradójicamente todas aquellas personas en las que por sus comportamientos no debe reflejarse ningún ciudadano. Así, pues, yo no me siento representado por Rafael Hernando, a quien obviamente no he votado en ninguna de las ocasiones que se me han brindado, porque como a su correligionario socialista también apellidado Hernando pienso que el único vínculo que les une con la provincia que me vio nacer es de cintura hacia abajo.
Al hilo de esta referencia personal y vinculándola con el principio de esta reflexión política, señalaré que soy cofundador provincial de Alianza Popular y presidente provincial de Derecha Democrática Española en Almería donde fundé esta organización política, figurando todavía como afiliado al Partido Popular pese a haber pedido la baja en 1.989 tras una serie de controversias mantenidas entonces principalmente con concejales en la capital y dirigentes de esta formación política durante mi ejercicio profesional en el desaparecido diario LA CRÓNICA. Desde entonces tengo la honra de habérseme convertido en el De Juana Chaos almeriense con el que me atribuyen solo el matiz de que él se los cargaba físicamente y yo políticamente, todo un orgullo personal que me ha obligado a convertir la Notaría en un depósito físico y de opinión perfectamente contrastados.
En función de mi relación política siempre tildaban la actividad, tan solo constatada por la verosimilitud de los hechos que hacía aflorar públicamente, que hasta hace poco cuestionaban por supuesto rencor, pero la fuerza de la realidad siempre se ha impuesto, y lo único que está quedando, en expresión de un dirigentes político, “es que no eres de nadie”, lo que efectivamente es la verdad más absoluta que se me ha atribuido en mi ya dilatado ejercicio profesional siempre que se refiera a cualquier tipo de organización o credo, porque siempre por principio que lo inspira antepongo al españolito y a la españolita de a pie. Por ello, consciente de esta circunstancia siempre me he considerado objetivo y por consiguiente nunca aspirante a poltrona.
En este sentido, estoy plenamente seguro que mis correligionarios señores Hernando tendrán referencias mías sin que se hayan dignado a contrastarla, dando por veraces los hechos relatados, que por conocerse en amplios círculos políticos y en un singular caso he llegado a conocerlas y tan solo respondo con que soy consciente de lo que he hecho, en el más amplio sentido de la acepción, durante toda mi vida, y que si no fuese por lo placista que es la Justicia podrían, aunque ‘nunca es tarde si la dicha es buena’, conocer jurídicamente los amables lectores que me vienen honrando durante decenios con la distracción de su tiempo en este espacio periodístico en sus dos formatos, de papel y digital.
Este relato, que me servirá como parte de un ensayo literario, se hacía necesario por lo que apunté con motivo del fallecimiento de la Senadora Rita Barberá y la reacción del susodicho personaje político relacionado con Almería, achacándole a la Prensa el infarto de la exregidora valenciana, que no es más que la ocasión que se le ha brindado para impedir el conocimiento público de la corrupción política, perfectamente respondida en La Sexta. La bufonada del personaje político no puede inducir a otra conclusión debido a su formación académica.
Así, pues, exenta constitucionalmente la Prensa en el caso, solo restan las organizaciones políticas, y por experiencia personal y la que me transmiten otr@s con l@s colegas quien mayor daño causan a la persona protagonista. Aquí nos encontramos con la doble responsabilidad del cargo público, que en su área de influencia o de Administración fomenta el agravio laboral premiando a los pelotas y a los inútiles así como sus correlegionarios meritorios que se ven en la obligación de interpretar la voluntad del Jefe para subsistir económicamente porque en sus vidas profesionales si las tuvieran son incapaces de conseguirlo, lo que al objetivo le genera un estado personal como el que le crearon a la Senadora.
Lo vengo sosteniendo en cuantas ocasiones se me brindan, pero tristemente es la táctica que tiene la Derecha incivilizada, desideologizada e interesada que encarna el PP, que ciertamente se diferencia del Movimiento Nacional en que no aplica los fusilamientos sino que provocan infartos para acabar con quienes les molestan. Por esta filosofía que inspira la acción política del PP, la putrefacción que existe en su organización política y el deterioro que ha creado en la social es por lo que se hace necesaria una rápida refundación, que pasaría, porque dudo que la lleven a efecto, por la relegación de su clase política dirigente y sustituirla por personas con principios y de clase.