El Levante Almeriense acabará con el movimiento contestatario y comprometido con los valores más arraigados en la persona que han ido derivando hacia intereses políticos bien definidos y en ocasiones totalmente opuestos a sus principios y sensibilidades.
Y cuanto acabo de manifestar se encuentra totalmente avalado por la realidad debido a la incoherencia en que se halla sumido el movimiento ecologista español en su conjunto, que al contrario de sus homólogos europeos viene practicando una política sectaria perceptible para las españolitas y españolitos de a pie sensibles con la Naturaleza que no llegan a entender las incoherencias en que se halla sumido el movimiento ecologista oficialista.
Hoy, como ayer con el trazado del puente sobre el río Aguas a su paso por Mojácar playa que se pretendió subyugar a intereses nada representativos bajo la excusa del Sapo Leproso que viene en llamar, El Algarrobico se ha convertido en un argumento que valorará el grado de confianza en el movimiento ecologista español por la implicación absoluta y decidida que ha convergido en él. De su final dependerá mucho el valor y la motivación que impulsaron al más señero grupo ecologista en su acción política.
Tal y como sucedió a final de la década de los 80 con el referido trazado del puente sobre el Río Agua mucho me temo que acaezca lo mismo con El Algarrobico y nunca llegue a desaparecer lo que han elevado a emblema de la política ecologista en la España Contemporánea, lo que provocaría un rotundo fracaso, y ahora como entonces por supeditar la acción política a intereses políticos. Vengo sosteniendo, sin que hasta el momento se me haya desmentido, que El Algarrobico se erigió en emblema ecologista por acuerdo ecologista-gubernamental que desvió hacia la fiel y recóndita Carboneras la atención protestataria para liberar otros espacios de ello.
Basta la mera observación para constatar la discriminatoria acción ecologista que están llevando a cabo los diversos grupo ecologistas españoles al fijar despiadadamente su atención sobre El Algarrobico, que solo tiene una incidencia limitada al espacio físico que ocupa, y se pone una venda en los ojos sobre el parking en el casco urbano histórico de Mojácar donde tiene un impacto infinitamente mayor tanto sobre el medio-ambiente como en la arquitectura popular andaluza. Las alusiones de que El Algarrobico obedece única y simplemente a un acuerdo entre el grupo ecologista que capitanea la protesta contra su construcción y la entonces Ministra de Medio Ambiente parecen ser la explicación que ha liberado al parking de Mojácar de toda acción en su contra y procurado una sorprendente corriente de apoyo tácito por el tupido silencio mediante el cual se está construyendo.
Somos muchos los que estamos observando esta acción ecologista discriminatoria con suma preocupación, pese al susodicho acuerdo que la determinó, que se emprenda una acción protestataria contra El Algarrobico y se corra un tupido velo con lo que está acaeciendo en la vecina Mojácar cuando el impacto urbanístico en este municipio es infinitamente mayor en el casco urbano. Esta política discriminatoria es la que socava sensiblemente la confianza en el ecologismo español y lo somete a elucubraciones que deberían estar alejadas de estos grupos al proyectarse perniciosamente sobre la sociedad.