La situación política actual me induce a recuperar una opinión emitida hace cuatro años y relegar cualquiera que pudiera tener ahora, porque pienso que queda muy explícita la de entonces.
El bunker se resiste
Creo que es una barbaridad, por ejemplo, atribuirle al cargo de Presidente del Gobierno la necesidad de contar con una determinada acreditación, lo que supondría una escalada hacia abajo hasta las concejalías. Otra limitación que se pretende implantar por el actual candidato a la reelección es la de gobierne la lista más votada, un peldaño más en el gen más antidemocrático que contiene el Partido Popular.
Si a ello se le suma la propuesta de Albert Rivera de que voten solo los nacidos tras la muerte del General Franco, intuyo que vamos a tener una próxima legislatura como el trienio 1975-1978. De seguir con propuestas se le deberían dar cumplida aspiración, con mayor razón, a la demanda republicana de que el Jefe del Estado lo sea por voto universal y no por designación consanguínea. Recuerdo perfectamente, y abundaré hasta el límite de la imprudencia en el próximo ensayo sobre mi etapa en la actividad política, que espero sirva, o al menos con ese objetivo lo escribiré para aclarar ciertos aspectos publicados en esta Historia, decía, que el sistema electoral vigente fue inspirado por el ex ministro Gonzalo Fernández de la Mora con el propósito de afianzar un sistema político bipartidista y así huir de la atomización producida a la muerte de Franco.
Entonces se decía, con la exageración pretendida para corregir la ingente cantidad de Partidos Políticos que afloraron, que íbamos ‘a contar a grupo político por aspirante’. Ciertamente no parece muy alejada de aquella realidad la cantidad de grupos políticos existentes y el sistema electoral actual, la Ley D’Hont, parece haber corregido en gran medida aquello. Pero no se ha hecho necesario cambiar la Ley D’Hont para que la situación se homologue a la de antaño en tan solo cuarenta años, como si el ciclo de los regímenes políticos no llegase al medio siglo.
Ha sido suficiente que el grado de malestar social generado por la clase política se desborde en unas circunstancias de bienestar social jamás conocidas en la Historia de España para dar lugar a un clima político sumamente inestable. Todo es susceptible de ser mejorado como también el sistema electoral para conseguir la gobernabilidad, pero en ningún caso que el Gobierno sea minoritario en el Parlamento sino que debe ser representativo de éste.
Lo que parece, desde mi humilde punto de vista, estar detrás de esta y otras muchas singulares propuestas políticas que nos quedan por escuchar es que, tal y como ya ha denunciado Pablo Iglesias, el sistema político actual no cuenta ya con la aplastante mayoría social que lo restauró en 1.978.
Y de eso son muy conscientes en el PP y en el PSOE, por lo que en vez de reformarlo lo están apuntalando. Yo vengo sosteniendo la necesidad de una renovación de la clase política que conlleve una regeneración de la misma, pero admitiendo que por renovación no consiste en sustituir a uno de 50 o 60 por otro de 30 para seguir haciendo lo mismo, porque esa renovación política que se está llevando a cabo es lisa y llanamente una renovación de energías.
Lo que los españolitos y españolitas de a pie necesitamos y por lo que clamamos es por una regeneración política, que en ningún caso es capaz de llevar a cabo la clase política como se viene demostrando. Y esta renovación política conllevará una refundación de algunas corrientes ideológicas políticas, empezando por el PP al ser lo más parecido a una sociedad mercantil con carácter político que a un Partido Político cuya definición quedó perfectamente hecha al inicio de la Transición. El PP está necesitando una refundación como lo hizo Alianza Popular, con la diferencia de que en AP todos tenían su vida laboral resuelta y en el PP nadie la tiene porque desde la juventud han estado viviendo de la política. El PSOE tampoco queda exento de esta necesidad, pero la reacción que tuvo Pedro Sánchez le ha dejado en el intento, y a ver si se toma el turrón como Secretario General.
La feroz resistencia que están utilizando PP y PSOE, sobre todo PP, no es la mejor forma para conservar el edificio agrietado con los pilares en plena descomposición. Se trata, pues, de ser tan racional como lo fueron los franquistas a la muerte de Franco y ser ellos quienes condujeran la Transición Política, no dejar a los Partidos Políticos emergentes que hagan la transición como los están dejando PP y PSOE.