Si me viera mi jefe cuando hablo con mis compañeros de trabajo sobre cómo se organiza el trabajo, me pondrían de patitas en la calle, a pesar de estar muy contento con mi empresa. Si me vieran mis profesores presumiendo de lo mucho que sé sobre reacciones químicas, con el trabajo que me costó, me suspenderían otra vez.
Con esto sólo quiero decir que, todos, desde los más prudentes hasta los más bocazas, ante determinadas situaciones tendemos a decir lo que consideramos que más nos beneficia y que más va a agradar a las personas con las que estamos.
Por eso, creo que las informaciones de las cámaras ocultas no tienen ningún valor y sólo habría que reconocer el esfuerzo de quienes han creado una historia, haciéndose pasar por dirigentes de un partido para la que después han ido a buscar las imágenes. Y que eso haya causado tanto revuelo sería vergonzoso, si no fuera de auténtica risa.
Cámaras ocultas
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