El Partido Popular lleva una racha durante la que está haciendo sobrados méritos para homologarlos con el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, que fue el partido nazi que llevó a Adolfo Hitler a la Cancillería, habiéndose vuelto contra la estrategia e ideario político de su fundador, Don Manuel Fraga Iribarne.
Si para Don Manuel Fraga era suficiente motivo la procedencia política o tics izquierdistas de las rivalidades, y en Almería tenemos el más claro ejemplo de cuanto digo al haber optado por Enrique Arance en el año 1.985 para la Presidencia Provincia únicamente por su exmilitancia en UGT, ahora es para Mariano Rajoy la radicalización ultraderechista el principal aval, complementado con la heterodoxia financiera, para la promoción política, y también contamos en nuestra provincia con ejemplos que lo avalen en los parlamentarios Juan José Matarí y Rafael Hernando.
Basta con ser radicales de la extrema derecha y efebo político para tener garantizado el modus vivendi de por vida en el seno de la organización política, en estas fechas cuestionada en sus fines. Resulta fácilmente constatable la calificación peyorativa rozando con el insulto de personajes públicos con principios y valores, pero no es esto lo que atrae mi atención sino el rumbo que ha tomado el PP, en un momento en que se cuestiona su existencia y se aboga por su refundación, haciendo bueno el viejo dicho de nuestro rico refranero aseverando que los coletazos son los más peligrosos.
Ocurrió en la época de Franco, y ahora que se ha homenajeado a mi abuelo materno, Dr. Soler Peregrín, por la trayectoria profesional y personal no puedo dejar de extraer humildemente la cita de mi experiencia paralela a mi antecesor al haber sido detenido tres años antes de la muerte de Franco y discriminado por razones exclusivamente políticas por su emulador, lo que plasmaré en toda su dimensión a través de un trabajo literario tras la publicación de medio centenar de reflexiones políticas.
Efectivamente, existe una coincidencia generalizada en que los finales suelen ser, e incluso dramáticos, y la también creencia no cuestionada de que el Partido Popular necesita una refundación. Tal vez, el aglutinamiento de l@s indignados en Podemos haya podido aflorar el enorme giro hacia la Extrema-Derecha de un Partido de Gobierno, cuando lo que cabe en él es la moderación y su desplazamiento táctico hacia el Centro-Izquierda, como así lo hizo el recordado Adolfo Suárez al que se criticaba estar haciendo políticas de Izquierdas con el voto de Derechas.
Yo me resisto a creer que haya sido Podemos quien haya provocado la radicalización del PP, toda vez que soy de los que piensan que es algo políticamente genético y no mera coyuntura estratégica. Los ‘franquitos, que yo vengo denunciando persistentemente no son más que miembros de la pirámide del PP, que continúan comportándose, allá donde gobiernan, como se hace en las repúblicas bananeras, ahora descalificadas por su presunta influencia en Podemos y hasta hace poco modelos políticos para los autocalificados ‘populares’.
Y como suculento aperitivo nos ha invitado a tomar una indigesta toma el Ministro Catalá, nada menos que el capitán de la Justicia en España, para mayor estupefacción de propios y extraños. Basta con leerse el artículo 20 de nuestra Constitución, del que uno de sus apartados sirvió para secuestrar judicialmente el desaparecido diario La Crónica por dos páginas escritas por mí, para haber evitado la alarma que producen los globos sonda.
En sus seis años de Gobierno, el Partido Popular, al que, por cierto, razonadamente no se le pretendía nominar así sino Conservador, solo ha adoptado medidas coercitivas limitando derechos en los más diversos ámbitos, allá donde haya podido es donde nos está recortando, excepto en la libertad de pensamiento porque no han podido, fruto de ello se ha producido el afloramiento de otras opciones políticas, a las que también se les persigue por el mero hecho de ser nuevas.
Si al comportamiento que los dictadorzuelos municipales se le suman los numerosos recortes en todas las áreas que se están llevando a cabo por el Gobierno del PP, nos encontramos asépticamente con que estamos ante una organización política homologada, sin extralimitarme lo más mínimo, a la que sirvió de sostén ideológico al régimen nazi.