En vista de que eso no ha sucedido así, ha visto la luz y ha decidido que lo mejor es sojuzgar a todos los ciudadanos, tanto culpables como inocentes. Comenzando por los hitos que se colocan en las aceras para que no aparquen los desaprensivos y que molestan a los inocentes viandantes, hasta la última ocurrencia de nuestro Alcalde, cerrar el Parque Nicolás Salmerón por las noches, para que los vecinos no podamos disfrutar de él, y con la excusa de que habrá algún desaprensivo que haga un mal uso de sus derechos como ciudadano y que desprecie los derechos de los demás.
En lugar de vigilar que la legalidad se cumpla y castigar a quien no lo haga, se nos castiga a todos para que no se incumpla la ley. Menos mal que no ha pensado en que si confina en un recinto penal a todos los ciudadanos, Almería sería un remanso de paz, al estilo de los cementerios.
Almería, de la anarquía a la dictadura
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