Según las conclusiones del Informe PISA, en los centros de las ocho provincias de la comunidad se citan a diario los peores alumnos en competencia científica de toda España y los que viajan en el segundo vagón de cola en comprensión lectora y matemáticas. Hay un dato que hace sonar aún más las alarmas: en la primera y la tercera de esas capacidades incluso se han empeorado los resultados obtenidos en 2012.
http://www.mecd.gob.es/inee/PISA-para-Centros-Educativos.html
Ese paraje desolador es el que ha trazado el ya famoso Programa Internacional para la Evolución de Estudiantes, que se convoca cada tres años y es más conocido por PISA, sus siglas en inglés. Los datos se han conocido ahora, aunque los 540.000 alumnos de 15 años y 72 países que se sometieron a su veredicto se examinaron en realidad en 2015.
Si el resultado en 2012 para Andalucía era preocupante, el conocido este martes removió, pese a ser festivo, los cimientos de la Consejería de Educación. Lo que diferencia al Informe PISA de una evaluación al uso es que no trata de averiguar qué sabe un alumno sino qué uso es capaz de dar a sus conocimientos. Algo falla entonces en el sistema andaluz, incapaz de generar resultados pese a que desde hace años se orienta precisamente hacia adquirir “competencias” y no tanto a memorizar contenidos.
El balance es paupérrimo. Los estudiantes andaluces, con una puntuación media de 473, son los últimos del país en competencia científica. La media española está en 493, idéntica a la de la OCDE, y Castilla y León marca el registro máximo con 519. Singapur, con 556, está a años luz. Lo peor es que hace tres años el dato regional era aún mejor y marcaba 486 puntos. El Informe PISA no puntúa de 0 a 10, sino que establece una franja media de 500: todo lo que supere ese nivel es bueno y lo que quede por debajo, malo.