“Debido a varias razones, el autoempleo está siendo objeto recientemente de una renovada atención dentro del análisis laboral”. Esta frase parece actual, pero es el comienzo de un informe del Ministerio de Trabajo de los años 90.
También podría transcribir otras sobre “mejora de la cualificación de los trabajadores, especialmente los demandantes de primer empleo y los parados de larga duración” y docenas similares, así que no se si esta semana se está reescribiendo un nuevo capítulo de lo mismo o, realmente, nos estamos tomando el tema en serio.
El paro juvenil es un problema. Lo era antes de conocerse los datos de paro de la semana pesada, pero las urgencias surgen ahora que se han puesto cifras a lo que era una vergüenza, que el desempleo afecta al 55% de los jóvenes españoles y al 65% de los jóvenes andaluces. La experiencia del pasado te hace temer que la reacción sea anunciar más medidas propaganda, numeradas, como si no estuviéramos ya escarmentados de cosas como cien medidas, quince propuestas, cuarenta iniciativas. Habría que huir, ya y para siempre, de la improvisación derivada de la alarma. No puede aprobarse un decreto ley sobre la formación en los contratos de aprendizaje en noviembre y, medio camuflado en la prórroga del PREPARA, aprobar una prórroga de la situación anterior al decreto. Es un modo de aceptar el fracaso de este contrato dirigido precisamente a jóvenes. Un fracaso sólo comparable al del contrato indefinido de emprendedores. El problema está en que es más importante demostrar el éxito o el fracaso de la reforma laboral que afrontar realmente la situación. Si se quisiera eso, el escaso uso de estos contratos tan promocionados y la inutilidad de 30 años de subvenciones llevan a dar la razón a Cándido Méndez. Es el crecimiento de la economía lo que impulsará el empleo, no el subvencionar contrataciones que de todas formas se iban a hacer o, peor aún, incentivar la sustitución de unos trabajadores por otros que es a todo lo que ha llegado el nuevo contrato de emprendedores.
Y para acabar vuelvo al informe que comentaba al principio, relativo al autoempleo de jóvenes y mujeres, al que vinculaba con una intensa, y futura, creación de empleo. No ocurrió así, fue el empleo asalariado el que creció vinculado a lo que ya conocemos. En realidad el informe era una aceptación de la incapacidad de la economía en aquel momento de crear empleo y se venía a decir que cada uno se creara el suyo, e indirectamente que el que estaba en paro era por falta de iniciativa. Veremos si ahora es más de lo mismo o un real apoyo al emprendemiento.