Así pues, la UFA, lo que por el semanario ALMERÍA SEMANAL vino en llamarse UNIÓN FALANGISTA DE ALMERÍA, e insisto en que hablo con conocimiento de causa, no fue más que un grupo de personas con vinculación laboral con su líder, que efectivamente tenía antecedentes penales por falsificación de dinero en Andorra, dispuestas a apoyarlo en su acometida contra Federico Soria, según se dijo en sede parlamentaria cuando se produjo la detención de algunos de sus miembros.
Hasta que se publicó el reportaje en ALMERÍA SEMANAL ese grupo de personas no tenía nominación alguna y la única organización que existía en ese grupo era, repito, la vinculación con el empresario, por lo que eran compañeros de trabajo y con un cierto grado de amistad entre ellos que hacían lo que el empresarios les decía al acabar la jornada laboral. La connotación político-terrorista vino cuando para amedrentar al periodista Gómez Cardeña se le puso un nombre para darle la impresión de que era un grupo violento y organizado quien le estaba amedrentando.
Y por apoyo al periodista o por intentar conseguir crédito electoral, ya que de las pintadas que se hacían hablaban en toda la provincia de Almería al hacerse en los puntos más visibles y emblemáticos de la ciudad y de la provincia, Partidos Políticos intervinieron, politizando las gamberradas de UFA para orgullo de sus componentes. Politizado el grupo, surgió el interés periodístico, lo que fue aprovechado por el dirigente de UFA para darle la mayor solemnidad y veracidad a sus graffitis, que ya habían adquirido especial relieve con mensajes políticos.
Así, pues, en este contexto de fantasmeo, se procedió a consolidar UFA en un reportaje periodístico llevado a cabo en un garaje de la ciudad al que llegaron a través de un acceso de película. Y la prueba de la gamberrada que culminó en el reportaje periodístico, que reitero contaré en un ensayo, es que no asistió fotógrafo de prensa sino que fue el empresario el que hizo las fotos y luego las entregó, yendo únicamente el periodista al que le entregaron un sobre.
Las capuchas se las pusieron para dar mayor temeridad al grupo ya bautizado y las armas eran de fogueo e inservibles, por lo que cuando acabó todo se las quitaron y se fueron a celebrarlo a un céntrico bar, con los coches llenos de armas aparcados, en la compañía de algunos personajes políticos que fueron informados con todo lujo de detalle en medio de la carcajada general.
Pero mientras la carcajada fue generalizada en las mesas del establecimiento hostelero donde se comentaba el reportaje periodístico, la publicación del mismo sobresaltó a los almerienses, aumentado ello por los políticos que fueron los que realmente hicieron cundir el pánico. Y ante tal estado de ánimo no hubo más remedio que proceder a la “desarticulación” del “grupo terrorista de ultraderecha UFA”, deteniendo a unos cuantos trabajadores y pasándose una semana de vacaciones en Granada los líderes del grupo.
Por consiguiente, hasta donde yo sé, y bastante creo saber, UFA no existió más que en la imaginación de unos cuantos dirigentes políticos que decidieron apoyar al periodista Gómez Cardeña para conseguir el apoyo de la profesión y consolidarse ellos en el cargo.
Grupo “terrorista” que estaba formado por unos cuantos trabajadores y capitaneado por un singular personaje, que solo empezaron con el cometido de apoyar a su jefe que tenía cuentas pendientes con otra persona.
Y obviamente no fue acusado ni juzgado ningún detenido por esta causa de pertenecer a grupo terrorista armado, lisa y llanamente porque no existió. Los disparates que he escuchado después son auténticos ardides para descalificar personalmente, lo que se constatará cuando salga a la luz la totalidad, pero hasta ahora sirva solo quedarse con que UFA, y sin temor a ser desmentido, fue fruto de una gamberrada alimentada políticamente, y lo que me produce cierta estupefacción es que haya pasado a la Historia de Almería porque, en mi opinión, no debería haber pasado de ser eso, una gamberrada, que rotundamente sirvió a intereses personales y políticos muy determinados.