Puede que hoy hayamos comenzado el día con alegría, pero algunas horas más tarde la imagen soleada y alegre de nuestro día puede cambiar de improviso. De pronto el nivel de alegría baja y surge un soplo de tristeza o depresión. Quizás una conversación tuvo el efecto de unos nubarrones que disolvieron la sensación de felicidad. Lo que sucedió fue sólo una indicación de la energía personal de este día.
Cada día nos anima a reconocer situaciones negativas para aprender de ellas y conducir a tiempo nuestro devenir. Si la persona no aprovecha sus días y da rienda suelta a sus pensamientos, palabras y comportamientos negativos, después de la muerte física el alma irá de nuevo a peregrinar a los reinos de las almas. De lo que puede resultar una nueva encarnación, es decir un nuevo nacimiento como ser humano en la Tierra.
Los seres humanos de todas las épocas, también los seres humanos en la actualidad, quienes llevan consigo las grabaciones de sus vidas anteriores sin arreglar con su prójimo, se quejan y califican a su nuevo destino “Mi dura vida”. Pero la posibilidad de salir de la rueda de la reencarnación depende de cada uno de nosotros, pues el peregrinaje del alma y las posibles encarnaciones del alma en un cuerpo humano se prolongarán hasta que alma y cuerpo hayan despertado en la consciencia de lo que significa en verdad la Vida y se decidan a dar la vuelta y orientar su vida hacia una ética y moral más elevada, hacia el Amor que es la verdadera vida.