La ceremonia de apertura corre a cargo del grupo teatral catalán “La Fura dels Baus”, el mismo que realizó la inauguración de los Juegos Olímpicos de Barcelona. El espectáculo se llama “Al-Mariyat Bayyana”, bello nombre árabe de Almería, llamada Portus Magnus por los romanos, ciudad que renació en el siglo X como una ‘rápita’ (rábida en español) o centro sagrado de peregrinación espiritual.
Desde el punto de vista esotérico y espiritual, estos juegos son mucho más que un espectáculo deportivo internacional. Representa la unión solidaria de pueblos y culturas, el diálogo de civilizaciones, el intercambio de experiencias y sobre todo el contacto humano.
Un acontecimiento social, cultural y deportivo de esta envergadura genera energías espirituales muy positivas de entusiasmo y hermandad entre los pueblos, especialmente desde que el año pasado se abrieron siete portales energéticos en el Mediterráneo, como saben los lectores de las redes de luz, que produjo una liberación de las mismas energías que dieron lugar al nacimiento y desarrollo de las antiguas civilizaciones del Mare Nostrum.
La provincia de Almería fue cuna de antiguas civilizaciones legendarias y hasta de un Estado Propio, el Reino de Almería, en tiempos de Al-Andalus. Su máximo apogeo lo alcanzó en siglo XI cuando fue el primer centro económico de la industria textil en todo el Mediterráneo.
Desde el punto de vista espiritual esta perla mediterránea produjo la Escuela Sufi de Almería en el siglo XI, cuyo Maestro Abulabás Benalarif, autor del libro “Mahasín Almachalis”, que yo prologué hace tiempo, fue precursor del gran místico sufi Ibn Al-Arabi el murciano, autor de numerosos libros, posiblemente el místico más grande en la historia de la humanidad, según algunos autores.
Ceremonia inaugural
Como hemos dicho, La Fura dels Baus realizará un recorrido por la historia de Almería en la Ceremonia Inaugural. El espectáculo tendrá dos horas de duración y contará con la intervención de 1.800 voluntarios.
Pep Gatell, director artístico de la Fura dels Baus, no quiso revelar detalles concretos acerca de la ceremonia pero sí de exponer el concepto global en el que está basada la misma: “Hemos intentado dar una imagen universal de Almería, no bajo un prisma estrictamente histórico, más bien como una recreación plástica que refleje que gracias a este mar se ha producido una fusión de culturas muy importante”.
Gatell también quiso agradecer “el trabajo de los voluntarios, que ha sido ejemplar aguantando este sol y sabiendo soportar esperas de hasta 3 o 4 horas, esperas poco entendibles para los que no están metidos en el mundo de la farándula. Han hecho de todo: actores, tramoyistas, transportistas”. Ha sido ejemplar. También darle las gracias a la Legión, que nos han ayudado muchísimo en trabajos muy duros de esfuerzo físico”.
Félix Murcia, director de arte de la ceremonia ahondó en el concepto expuesto por Gatell: “No vamos a hacer una revisión rigurosa de la historia de Almería. El Mediterráneo será un espejo en el que se vean reflejados todos los pueblos que han poblado Almería, unos reflejos etéreos porque no hará falta subrayar quién es quién, todos los identificaremos visualmente, aunque jugaremos mucho con el factor sorpresa”. Murcia, a su vez, ofreció una dosis de tranquilidad cuando aseguró el buen desarrollo de la Ceremonia aunque el próximo viernes por la noche soplen con virulencia los siempre molestos vientos que frecuentan Almería: “El espectáculo ha contado con esta posibilidad, aunque las previsiones son buenas. El viento, si aparece, no será un inconveniente, es más, podría incluso potenciar el espectáculo”.
En cuanto a aspectos concretos de la Ceremonia ha trascendido que durará unas dos horas, que participarán unos 1.800 voluntarios, que 45 minutos antes de su inicio niños almerienses realizarán una serie de juegos propuestos por la Fura dels Baus para amenizar la espera, que la melodía que sonará durante el desfile de participantes será una versión de “Suspiros de España” adaptada por El Niño Josele e interpretada por Carmen Linares y que dos niños de cada país participante (42 niños de 21 países) verterán en un ánfora agua de ríos de sus respectivos países que van a parar al Mediterráneo.
Historia de los Juegos Mediterráneos
Los países de la ribera del Mediterráneo se reúnen cada cuatro años para celebrar una competición de la que, en 2005, se cumplirán quince ediciones.
El emblema de los Juegos Mediterráneos son tres aros que simbolizan a los tres continentes unidos por esta competición: Asia, África y Europa. La parte inferior de los aros aparece ondulada, como emergiendo de las aguas del Mar Mediterráneo. Este símbolo figura en la bandera mediterránea, de color azul marino y con los aros en blanco. La bandera se traspasa, en la ceremonia de clausura de cada edición, al siguiente país que organizará los Juegos.
Así empezaron
La historia de los Juegos Mediterráneos arranca en el año 1951 en Londres, a iniciativa de un doctor en Ciencias Políticas egipcio llamado Taher Pachá, que quiso utilizar la competición como símbolo de paz en un período complicado por la tensión entre las grandes potencias. Desde ese momento los Juegos han pasado por trece ciudades, de las cuales Túnez es la única que ha albergado la competición en dos ocasiones.
La génesis de los Juegos Mediterráneos arranca hace más de medio siglo cuando, en 1948, durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Londres, los miembros de los Comités Olímpicos Nacionales de los países del Mediterráneo contemplaron la idea de celebrar unos juegos que sirvieran para unir las diferentes culturas de la ribera de dicho mar. La primera edición de los Juegos Mediterráneos tuvo lugar del 15 al 20 de octubre de 1951 en Alejandría (Egipto).
Taher Pachá
Mohamed Taher Pachá es considerado el padre de los Juegos Mediterráneos. El día después de los Juegos Olímpicos de Londres fue él quien animó un intenso movimiento deportivo para organizar un evento que pudiera implicar a países con lazos comunes.
Su proyecto nacía en el clima general que siguió al segundo conflicto mundial. Egipcio, nacido en 1879 y doctor en Ciencias Políticas, fue un gran personaje del mundo del deporte. Estaba convencido de que la actividad deportiva es un extraordinario vehículo para lograr la paz y la hermandad.
Fundó en 1931 el Club Aéreo Egipcio. Desde 1934 hasta 1947 fue el presidente de la Federación Aeronáutica Internacional y, desde 1936 hasta 1952, dirigió la Federación Egipcia de Esgrima. Su empeño fue premiado con prestigiosos encargos en el Comité Olímpico Internacional, siendo por mucho tiempo el jefe del Protocolo y después llegó a ser miembro de la Comisión Ejecutiva desde 1952 hasta 1957. Desde 1960 hasta 1964 fue asistente del presidente del CIO, Avery Brundage. Murió el 29 de enero de 1970, un año antes de los Juegos de Izmir, en los que el Comité Olímpico Turco le rindió un vibrante homenaje.
Ediciones anteriores
Desde Alejandría 1951 hasta Almería 2005, date un paseo por las ciudades que han sido sede de los Juegos Mediterráneos.
Hasta nuestros días se han celebrado catorce ediciones. Las once primeras, (Alejandría 51, Barcelona 55, Beirut 59, Nápoles 63, Túnez 67, Izmir 71, Argel 75, Split 79, Casablanca 83, Latakia 87, y Atenas 91) se desarrollaron regularmente cada cuatro años, un año antes de los Juegos Olímpicos.
A partir de 1991 se celebraron un año después de los Juegos Olímpicos. La región francesa de Languedoc-Rosellón organizó la de 1993. En 1997 fue la ciudad italiana de Bari la encargada de organizar, del 13 al 25 de junio, la XIII edición. En el año 2001 la ciudad de Túnez acogió por segunda vez unos Juegos Mediterráneos, que dieron el relevo a los de Almería 2005.
A lo largo de cincuenta años, este evento deportivo ha crecido con regularidad hasta incluir a los 21 países que participan en la actualidad.
Tierra de contrastes
Almería goza de una posición geográfica y un clima privilegiados. Situada en el sureste de España, la más oriental de las ocho provincias de Andalucía presenta en sus 8.774 kilómetros cuadrados una variedad paisajística inusual que va de la aridez del desierto de Tabernas a las cumbres heladas de Sierra Nevada. Su franja costera, con espectaculares playas volcánicas y arrecifes, es el territorio europeo con menos precipitaciones y más horas de sol al año.
La provincia cuenta con una larga historia. Del tercer milenio antes de Cristo data la primera ‘ciudad’ de la que han quedado restos, Los Millares.
Encrucijada entre Europa y África, puerto abierto a las influencias del Mediterráneo Oriental, Almería ha visto asentarse en su suelo a muy distintos pueblos. Fenicios, griegos, cartagineses y romanos se sucedieron en sus costas a lo largo de los siglos. Roma, en el emplazamiento de la actual capital, fundó el Portus Magnus. Después llegaron los vándalos, los bizantinos y los visigodos pero fue sin duda la civilización musulmana la que dejó más honda huella.
Abderramán III funda Almería en 955 d. de C. y la convierte en el principal puerto del califato de Al Andalus. La ciudad vivió su esplendor en el siglo XI convertida en la capital de un reino de taifas que basaba su prosperidad en el comercio marítimo de la seda. Almería siempre ha mirado y se ha mirado en el Mediterráneo. Algunos investigadores creen que su nombre significaría ‘Espejo del Mar’; otros sostienen que Almería viene de ‘Atalaya’, por una antigua torre desde la que los centinelas oteaban el mar.
Una dilatada historia y un paisaje singular se unen en una provincia que destaca también por sus valores medioambientales. La Villa Mediterránea se alza en los límites del parque natural marítimo terrestre de Cabo de Gata-Níjar, macizo volcánico y zona húmeda de excepcional valor ecológico.
Almería tiene un parque nacional y tres parques naturales junto con una escarpada orografía en la que destacan los montes del Chullo (2.600 m), el Almirez (2.519 m) y el Calar Alto (2.168 m), donde se encuentra el segundo observatorio astronómico más importante de Europa.
Los paisajes desérticos y las playas vírgenes han sido escenario de una multitud de rodajes cinematográficos que han convertido a la provincia en un verdadero plató natural para superproducciones americanas como ‘Patton’, ‘Lawrence de Arabia’ o ‘Indiana Jones y la última cruzada’, spaghetti-westerns y filmes de importantes directores europeos.
La economía almeriense es una de las más dinámicas de Andalucía tras haber experimentado un extraordinario desarrollo a lo largo de las últimas décadas. Una agricultura intensiva basada en los cultivos extratempranos bajo plástico, una oferta turística de calidad que tiene en el sol y playa su principal reclamo y la extracción y elaboración del mármol son los tres pilares en los que se asienta la pujante economía provincial.
La nueva prosperidad ha supuesto un cambio radical en los flujos migratorios. Si durante buena parte del siglo XX, Almería vivió una auténtica diáspora que dispersó a muchos de sus habitantes por América, el norte de África y Europa, a partir de los años ochenta, y gracias fundamentalmente al impresionante aumento de la producción agrícola, la provincia se convierte en tierra de promisión para miles de inmigrantes llegados de África, los países del Este y América Latina.
La población almeriense está compuesta por 580.000 habitantes de los que 178.000 viven en la capital. Se trata de una sociedad abierta, dinámica, y emprendedora que está experimentando un importante crecimiento demográfico y económico y que se dispone a acoger la XV Juegos Mediterráneos. Almería y las seis localidades subsedes -El Ejido, Roquetas, Vícar, Huércal, Gádor y Cuevas del Almanzora- han afrontando importantes inversiones en infraestructuras para que todo esté a punto. La Villa, el Estadio y el Palacio mediterráneos son un ejemplo de ese esfuerzo por dotar a los Juegos de las mejores instalaciones.
En 2005 Almería se reencuentra con su pasado de encrucijada de culturas mediterráneas y avanza hacia un futuro en el que las relaciones entre las dos orillas del Mare Nostrum tendrán cada vez más importancia. Durante diez días, Almería se convertirá en hospitalaria capital del Mediterráneo, escenario de esa gran fiesta del deporte y la cultura que serán los Juegos.
Una larga historia
Almería tiene una larga historia marcada por la presencia en su territorio de muy distintas civilizaciones. Aunque hay yacimientos paleolíticos en la provincia e importantes pinturas rupestres del Neolítico, es ya en la Edad de los Metales, en el periodo calcolítico, cuando surge la primera “ciudad” de la que tenemos noticia: el poblado de Los Millares, con más de mil habitantes y una cultura basada en la metalurgia del cobre que se extendió por buena parte de la Península Ibérica durante el tercer milenio antes de Cristo. En la Edad del Bronce, entre 1700 y 1400 a. de C., se desarrolla en el Levante almeriense la importante cultura de El Argar.
Las colonias de Baria (Villaricos) y Abdera (Adra) dan testimonio de la presencia fenicia en nuestras tierras. Estas poblaciones mantuvieron contactos con los griegos y se convirtieron en cartaginesas cuando la civilización púnica se extendió por el sureste español. El enfrentamiento con Roma pondrá fin a la presencia cartaginesa y supondrá la llegada de los nuevos colonizadores. En Adra y en Almería se conservan restos de fábricas de salazones romanas, prueba de un floreciente comercio basado en la producción del garum, salsa a base de pescado y hierbas aromáticas considerada una exquisitez en la época.
Tras la dominación romana, Almería fue ocupada por vándalos, visigodos y bizantinos. Sin embargo la civilización islámica, con ocho siglos de presencia en la provincia, es la que ejerció una influencia más importante.
A comienzos del siglo VIII los árabes -yemeníes fundamentalmente- y los bereberes llegan a territorio almeriense y comienzan a desarrollar una agricultura que supondrá una modificación sustancial del paisaje. En el año 955, Abderramán III ordena la construcción de la Alcazaba (la segunda fortaleza musulmana tras la Alhambra en la Península Ibérica) para contrarrestar la amenaza del califato fatimí con capital en Mahdia (Túnez).
Es el nacimiento oficial de la ciudad de Almería, que hasta ese momento había sido el barrio portuario de Pechina. La nueva población se convertirá en el principal puerto del califato de Córdoba y desarrollará un importante comercio con el Mediterráneo Oriental y el norte de África.
Reino de taifas
La desintegración del califato cordobés da paso al reino de taifas de Almería con Jairán como primer rey. El máximo esplendor de la taifa se vivirá con Almotacín, el rey poeta, de cuyo palacio se conservan restos en el segundo recinto de la Alcazaba. Corre el siglo XI y Almería basa su prosperidad en la exportación de la seda. La invasión almorávide pone fin a la taifa almeriense pero la ciudad sigue siendo un emporio industrial codiciado por los reinos cristianos. El emperador Alfonso VII, ayudado por catalanes, genoveses, pisanos y francos, encabeza una cruzada contra Almería y conquista la ciudad en 1147. Su dominio durará sólo diez años y Almería volverá a ser musulmana bajo los almohades, pero nunca recuperará su antiguo esplendor. En el siglo XIII la ciudad pasa a formar parte del reino nazarí de Granada hasta la toma de los Reyes Católicos en el año 1489.
Aunque da comienzo la repoblación cristiana, los moriscos continuarán siendo la población mayoritaria en buena parte de la provincia hasta el estallido de la guerra de las Alpujarras en 1568. Encabezados por Abén Humeya los moriscos se sublevaron en respuesta a los agravios que padecían desde la firma de las Capitulaciones. La guerra es cruenta y desborda el ámbito alpujarreño. Abén Humeya asedia Vera, ataca Cuevas del Almanzora y en su retirada se detiene en Purchena donde organiza unos juegos deportivos que han sido recuperados en nuestros días gracias al testimonio de Ginés Pérez de Hita, escritor y soldado del marqués de los Vélez. El “rey de la Alpujarra” establece su corte en Laujar y allí muere asesinado por los suyos en una intriga palaciega. Felipe II había enviado a su hermanastro, Juan de Austria, a aplastar la rebelión. Los moriscos son finalmente derrotados y diseminados por otras regiones españolas hasta la expulsión definitiva bajo el reinado de Felipe III.
Almería recibe nuevos repobladores, pero ha entrado ya en un inexorable proceso de decadencia al que han contribuido los terremotos y la continua amenaza de ataques piratas en la costa. En uno de esos ataques es capturado Yuder Pachá, morisco de Cuevas del Almanzora que tras escalar puestos en la corte del sultán de Marrakech, será el conquistador del mítico imperio Songai. Al mando de un ejército de cuatro mil hombres cruzó el desierto del Sahara y tomó la ciudad de Tombuctú, en la actual Malí.
Almería no empieza a salir de su letargo hasta entrado el siglo XIX. La minería y el cultivo de la uva proporcionan unas décadas de prosperidad en las que surge una incipiente burguesía. En este periodo destaca la figura de Nicolás Salmerón, político de ideas progresistas que fue presidente de la Y República, cargo del que dimitió por negarse a firmar unas sentencias de muerte.
La llegada del ferrocarril y la mejora del puerto no pueden impedir que en las primeras décadas del siglo XX numerosos almerienses emprendan el camino de la emigración con destino a Argelia y a América. La Guerra Civil dejará profundas heridas. El episodio más dramático fue el bombardeo de la ciudad por la Marina alemana.
La posguerra será especialmente dura y, a partir de los años cincuenta, la provincia vivirá una auténtica sangría demográfica. Miles de almerienses emigraron a Cataluña, Francia y Alemania. A finales de los sesenta se inicia un nuevo periodo de prosperidad basado en la agricultura intensiva bajo plástico y en el turismo. En los últimos años, Almería ha pasado a ser tierra de promisión para miles de inmigrantes del norte de África y del Este de Europa que llegan buscando una vida mejor.
Almería, Tierra de Cine
Durante la primera mitad de la década de los sesenta se sentaron las bases escenográficas que convirtieron a Almería en uno de los escenarios cinematográficos europeos más solicitados por la industria del cine.
La primera película del Oeste rodada en Almería fue dirigida por Michael Carreras: ‘Tierra brutal”, coproducción hispano-norteamericana de 1961. Los terrenos de Sierra Alhamilla se ajustaron perfectamente para representar a los de Arizona.
Además de superproducciones como ‘Lawrence de Arabia”, ‘Patton” o Cleopatra y de los spaghetti-westerns, se rodaron películas con las que se difundió la imagen de Almería como plató de producciones bélicas, bíblicas o de aventuras. Los rincones almerienses se transformaron para convertirse en el Norte de África, Arabia o el suroeste de Estados Unidos.
Almería se convirtió en el "Hollywood español". Muchas de las grandes estrellas del momento estuvieron trabajando en esta provincia.
Después de 1975, el tiempo entre rodaje y rodaje se hizo más largo. Tras ‘El viento y el león”, no se rueda otra gran producción en los parajes almerienses hasta ‘Conan, el Bárbaro”, con Arnold Schwarzenagger. Se siguieron rodando anuncios publicitarios y videoclips musicales y años después, Spielberg localizó parte de su ‘Indiana Jones y la última cruzada” en parajes de Tabernas y el parque natural de Cabo de Gata-Níjar.
Aunque sin la pujanza de otros tiempos, Almería sigue siendo tierra de cine. Lo es para el nuevo cine español: aquí se han rodado películas como ‘Bwana”, ‘Éxtasis”, ‘Martín H”, ‘Poniente”, ‘800 balas” o ‘El pájaro de la felicidad” y también para producciones europeas y americanas que siguen encontrando en la variedad y la luz del paisaje almeriense una fuente inagotable de localizaciones.
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