{mosimage}Pilar Navarro
Premio Nacional Fin de Carrera 2001
Autora del libro “Mis claves del éxito para estudiar mejor”, de Planeta Prácticos.
Pilar es Licenciada en Derecho y analiza en este artículo el fracaso escolar.
Han sido muchas las opiniones vertidas por diferentes personas sobre las conclusiones del Informe PISA 2003, que compara los resultados educativos de los países de la OCDE. Según el referido estudio, los chicos y chicas españoles de 15 años ocupan el lugar de cola en matemáticas (el 23% no llega al nivel mínimo) y en lectura (un 21%).
Esto que tanto ha escandalizado a algunos no es más que el refrendo de unos datos ya conocidos por la comunidad escolar española, ya que en octubre de 2004 el Ministerio de Educación presentaba un estudio oficial que arrojaba un dato más que preocupante: el 26% de los alumnos y alumnas no logra acabar la enseñanza obligatoria.
¿De quién es la culpa de que hayamos llegado a esta situación? y, sobre todo, ¿Cómo resolverla?
Partiendo de la base de que nadie está en posesión de la verdad absoluta, permítanme que exprese mi humilde opinión al respecto, opinión fundada en mi experiencia sobre la materia.
Estoy convencida de que hay tres pilares fundamentales que determinan el éxito o el fracaso escolar de un alumno o alumna, que son, por este orden, él mismo, su familia y la escuela. Por tanto, parece claro que todos tenemos parte de responsabilidad en este tema, y que todos debemos aportar nuestro pequeño granito de arena para solucionarlo poco a poco. Empezando por los responsables políticos, que deben tomarse la Educación como una cuestión de Estado, tal y como ocurre, por ejemplo, con el terrorismo. Y ello porque la educación es el principal instrumento para remover las desigualdades sociales y conseguir que todos los jóvenes puedan afrontar su futuro en condiciones de igualdad. Sólo concibiendo a la educación como una cuestión de Estado, conseguiremos que cualquier decisión que se adopte en este sentido cuente con el apoyo unánime de todos los partidos políticos y los agentes sociales. Sólo así se conseguirá recuperar el consenso para la Educación. Ese consenso que no supedite las aulas educativas a las mayorías electorales.
Pero para poder combatir el fracaso escolar, además de lo anterior, es imprescindible que sepamos identificar cuáles son las causas que han producido la situación en la que nos encontramos. Y es en este punto en el que hay que ser conscientes de que los cambios necesarios en el sistema educativo no son tanto de leyes (que también), sino sobre todo de otros temas, como dotar a los centros de más recursos (tanto económicos como personales), apoyar a los docentes y facilitar su reciclaje profesional, redistribuir correctamente la admisión de los inmigrantes, tanto en centros públicos como privados y concertados, y, sobre todo, fomentar decididamente la lectura entre los alumnos.
Y qué decir de la violencia en las aulas… Según los últimos estudios sobre hábitos y consumos culturales en la infancia y adolescencia, los niños españoles pasan casi el doble de tiempo frente al televisor que frente a su maestro. Y durante ese periodo de tiempo pueden llegar a ver hasta 12.000 actos violentos, entre asesinatos, suicidios, ataques con armas de fuego o secuestros.
Así, se puede afirmar que la televisión ha sustituido a la escuela en su tradicional papel de agente socializador de niños y adolescentes, y además lo hace desde edades en las que éstos no saben distinguir muy bien entre lo que es fantasía y lo que es realidad.
Los padres conocen y se interesan en gran medida por lo que estudian sus hijos a través de sus libros de texto, pero parece que nadie se ha preocupado por analizar lo que aprenden los niños y adolescentes a través del televisor, al que dedican más del doble de horas que al colegio. Y es que la familia cumple un papel fundamental en esto: son los padres los que deben preocuparse más por la educación de sus hijos; no sólo por sus resultados académicos, sino por inculcarles valores esenciales como el respeto a sus compañeros de clase y al profesor, y la importancia de la educación que tienen la suerte de recibir. Hay que acabar con la telebasura en horario infantil, pero también hay que acabar con los padres y madres que dejan a sus hijos toda la tarde sentados ante el televisor, la videoconsola o el ordenador, y años más tarde se lamentan de lo violentos que son sus hijos, o de lo difícil que les resulta hablar con ellos.
Todos tenemos nuestra parte de culpa en este enorme problema que en la actualidad azota a nuestro país. Sólo necesitamos tomar conciencia de ello y aportar cada uno de nosotros lo que esté en nuestra mano para solucionarlo. Se lo debemos a las generaciones futuras, y no podemos fallarles.