El 48 aniversario de mi detención por supuesta pertenencia al PCE coincidió con la presentación del segundo libro de la trilogía sobre la Transición Política en Almería en el que se me reseña como Presidente Provincial de Derecha Democrática Española, lo cual puede inducir a una percepción errónea, por simplista, si se desconoce al protagonista, razón por la que me negué a ser incluido en la tercera entrega que se publicó sobre este período histórico, esperando llevar a cabo una reseña política autobiográfica.
Reseña política personal cada día más próxima en el tiempo, una vez me libere del compromiso adquirido públicamente de no publicar nada sobre el Ayuntamiento de Roquetas de Mar mientras me encuentre adscrito a su plantilla, reseña, decía, que adquirirá cierto interés por el momento en que nos encontramos, que como vengo sosteniendo está haciendo inevitable una refundación del sistema político de libertades públicas del que venimos disfrutando desde 1.978, y que progresivamente están deteriorando nuestros dirigentes políticos. Las penúltimas aberraciones, y no por ello menos ilustrativas, las escuché, no por casualidad, desde el PP atribuyéndole a los votos la facultad de saldar determinados comportamientos de corrupción. Yo vengo asegurando, sobre lo que reflexionaré en otro momento, que la corrupción política genera adhesiones electorales, lo que llamo voto corrupto; y fácilmente puede ser constatado en las circunscripciones electorales donde sus candidatos envueltos o sospechosos en casos de corrupción política son los más votados. Adhesiones que se han producido en la circunscripción electoral de la provincia de Almería pero en la que hay que reparar el acontecimiento electoral producido en el Poniente Almeriense, donde VOX ha quedado catalogado, en mi opinión, como el voto de rechazo al PP.
En su momento se hubiera dicho que ‘los extremos se unen’, una solemne soez que ideológicamente no tiene sustento, pero ciertamente el hecho en sí mismo contiene una elevada dosis de curiosidad.
Pues bien, ante la efemérides de mi detención con 20 años, acusándoseme de pertenecer al PCE, atentar contra la seguridad del Estado y contra las Fuerzas de Orden Público para pasar en cuatro años a ser Presidente Provincial de las Juventudes de Acción Democrática Española y tres años más tarde erigirme en el máximo dirigente provincial en Almería y Vocal Nacional de la Comisión Central de Derecha Democrática Española, llegando a ser el más joven Presidente Provincial de España de un Partido Político parlamentario.
Sorprendió entonces mi adscripción a Alianza Popular cuando estaban muy presentes en la memoria de mi entorno social notorios hechos acaecidos contra el Régimen de Franco. La detención por la Policía Armada marcó mi vida personal y la Presidencia Provincial de DDE viene siendo mi fiel aliada, que ha determinado la desconfianza en ese espectro ideológico y la incomprensión en otros, avalados ambos por la teoría y no por los hechos a pesar de no haberse producido la más mínima colisión entre ambos.
De ahí mi conocida y persistente expresión de que ‘sigo pensando, en cuanto a principios, igual que siempre’, con lo que estoy diciendo que mantengo los mismos valores como pilares de mi comportamiento personal con la lógica evolución que no implica desviación o sustitución. De ahí que, para darle contenido novedoso a esta efemérides, confirmaré públicamente que sigo definiéndome como “cristiano demócrata”, lo que es muy distinto al “demócrata cristiano”, principio ideológico que inspiraba a Acción Demócrata Española y a Derecha Democrática Española, con independencia de la ubicación política que interesada y oportunamente se le diera en su momento.
Esta definición, que consta en las hemerotecas porque siempre la he publicitado e informado privadamente, me permite, desde mi humilde opinión y en mi personal modo de concebirla, abarcar casi todo el espectro político democrático, desde la Izquierda no marxista hasta la Derecha no dictatorial, entre ambos extremos se me puede ubicar perfectamente. En cualquier organización política ubicada entre ambos puedo cohabitar sin el menor esfuerzo ni fingimiento, porque, si se me permite el símil, los pilares que sustentan un edificio pueden cambiar la forma del mismo sin que la estructura se vea afectada.
Tengo la voluntad, y de ahí que algunas de mis reflexiones personales estén consideradas como apuntes para un ensayo, de transcribir públicamente una reflexión personal tan profunda como me permitan los factores que en ella confluyan. Recordaré que a la 1 de la madrugada del 8 de diciembre de 1.972 resulté detenido por la Policía Armada en la Calle Ángel Ganivet de Granada, el nombre de la calle en que se produjo la detención nunca pudo ser más significativo como tan emblemático por cuanto se trata del poeta más reconocido mundialmente, esquina a Pasaje Comandante Valdés, la calle peatonal existente entre Correos y el Círculo Mercantil que dieron nombre al Capitán que asumió la jefatura del pelotón que fusiló a Federico García Lorca y por cuyo hecho le ascendieron a Comandante.
La Inmaculada era la festividad de la Facultad de Farmacia, adquiriendo gran notoriedad en la Ciudad de la Alhambra por albergar su Universidad el Movimiento Estudiantil más activo y valorado de España tras el de Valladolid, según se expresaba en círculos políticos. Se daba la circunstancia de que se festejaba recién comenzado el curso y sin mucho que estudiar, por lo que La Salve que se le cantaba a La Inmaculada en los jardines de El Triunfo donde se hallaba su imagen era sumamente concurrida, un acto religioso que persistentemente venía derivándose hacia una contundente protesta contra el Régimen de Franco que no podía evitar el espectacular despliegue policial.
Este año se preveía la celebración de La Salve con un elevado grado de preocupación por las autoridades franquistas, ya que desde el verano anterior se venía respirando un clima protestatario creciente debido a los tristemente celebérrimos hechos del Corphus Negro en que murieron tres obreros de la construcción por disparos de la Policía Armada.
En años anteriores se había dispuesto sin éxito acabar con La Salve mediante la concentración de estudiantes que eran rociados con agua tintada desde un camión-cuba de la Policía Armada, produciéndose detenciones masivas al ser reconocidos los participantes al llevar la ropa con manchas de agua con colorante, pero insuficientes como para acabar con tan masivo acto político debido a la semi-perfecta organización del Movimiento Estudiantil y eso que la llegada del Rally Costa del Sol proveniente de Almería tenía un gran poder de convocatoria, pero de lo que no se percataron las fuerzas policiales uniformadas y de inteligencia era de que los universitarios llevaban dos chaquetas y se impedía la detección de las manchas.
El rigor durante la detención era el propio del Régimen de Franco. Como anécdota comentaré que me confundieron al identificarme con otro de los detenidos y que en el furgón compungido exclamó uno por los motivos de su detención respondiéndosele por el agente de la Policía Armada con un sonoro guantazo mientras le decía que “hay que ser hombre para las verdes y las maduras”. Ya en Comisaría, desde la pequeña celda se escuchaban los gritos de dolor que presentíamos nos producirían a nosotros cuando nos llegara el turno, por lo que cada salida se convertía en un estado anímico indescriptible pese a que no se llegó a derramar una sola lágrima en el habitáculo. Las declaraciones se hacían individualmente y las acusaciones a todos eran idénticas, a saber: pertenencia al Partido Comunista de España (PCE), atentar contra las Fuerzas de Seguridad del Estado y contra la seguridad del Estado. Y las consecuencias eran hasta el juicio en el Tribunal de Orden Público (los temibles TOP) la retirada del pasaporte y la obligación de presentarse en la Comisaría de Policía una vez a la semana, para que el TOP diera forma legal a la expulsión de la Universidad, la incorporación a filas en el Ejército y la prohibición de salir de España.
La proclamación del Rey Juan Carlos I en 1.975 amnistió a todos los presos políticos con delitos menores y el nombramiento de Adolfo Suárez en 1.976 al resto de presos políticos. En 1.979 me vine a Almería y el exministro y presidente nacional de DDE, Federico Silva Muñoz, con quien me unía una estrecha relación personal, me llamó para hacerme responsable de Derecha Democrática Española en la provincia de Almería, lo que acepté muy honrosamente como no podría ser de otra manera. Una nueva etapa política, continuación
de la anterior, pero ésta se caracterizaba por la autonomía con que contaba, llamando poderosamente la atención mi juventud, pues no es vano me atribuían en DDE ser el Presidente Provincial más joven de una organización política parlamentaria en España. Una etapa convulsa en la que se produjeron tales como el frustrado Golpe de Estado por Tejero, a nivel nacional, y, en la provincia, la segregación de El Ejido de Dalías, habiendo intervenido también en otros numerosos asuntos, lo que me hace conservar con agrado y cierta satisfacción esta etapa de mi vida de la que lejos de renunciar me siento honrado por la confianza depositada y haber conseguido solucionar algunos problemas de la más diversa índole.