La publicación de un reportaje sobre la bomba caída en Palomares en La Sexta me ha retrotraído a aquella vivencia que tuve desde la estación de ferrocarril de Zurgena, camino de Granada.
En el 52 aniversario de aquel hecho me parece oportuno recordar esta vivencia única que en el momento no parecía revestir más importancia que la de un mero accidente de aviones, ciertamente poco comunes pero lamentablemente tuvo una relevancia histórica y como tal se ha tratado informativamente en esta efemérides, y mucho me temo que continuará prolongándose en el tiempo sin más aportaciones que las testimoniales por testigos directos. En este sentido me parece conveniente revivir los recuerdos de escolares de la antigua escuela en Garrucha viendo caer los trozos de los aviones envueltos en llamas, y que sostiene mi relato sobre la vertical en que acaeció el hecho. Cronológicamente también señalaré que el ala de avión que se encontraba en la cafetería del Hotel Mojácar tiene todos los visos de no ser del avión norteamericano accidentado en la vertical almeriense sino una reliquia de un avión hundido en el mar de Garrucha y extraída por pescadores garrucheros. Por último resaltar que el baño de Don Manuel Fraga fue en la playa frente al Parador Nacional de Mojácar y no en la playa de Palomares, siendo el bañador del entonces Ministro de Información y Turismo prestado por el Embajador de Estados Unidos y no suyo.
Una reseña histórica sobre la bomba que cayó en Palomares me ha abstraído a aquella imborrable imagen que se halla incrustada en mi memoria, captada en la estación de ferrocarril de Zurgena mientras esperaba el tren expreso de Barcelona camino de Granada. Grabada como exacta fidelidad tengo la imagen de una bola de fuego en el horizonte con el reloj de El Castillo en primer plano, imagen incuestionada que al llegar a Granada adquirió toda la crudeza de la histórica y celebérrima ‘Bomba de Palomares’, con aportaciones posteriores de indudable valor histórico también que reseñaré brevemente a continuación. Pues bien, la historia que yo conozco, y la que me he conformado con aportaciones de ciertamente rigurosas, es la siguiente: efectivamente, me encontraba en la estación de RENFE de Zurgena, esperando al expreso de Barcelona que me llevaría a Granada cuando vi una bola de humo en el horizonte de la sierra por la Fuente del Pino que llamó mi atención pero a la que no di importancia por insertarla en alguna eventualidad emanada del campo.
Fue en Granada cuando me dijeron que habían chocado dos aviones norteamericanos con bombas atómicas en la provincia de Almería, choque producido al recargar un avión de combate por otro cisterna. Bombas que no habían explotado pero que había empezado su búsqueda porque sí corría peligro. A partir de ese momento seguí las noticias que se daban por el Régimen de Franco y desde el informativo de media hora en Radio París. Lo poco que puedo recordar con detalle de cuanto se comentó es lo conocido por todos, con dos anécdotas: una fue que una parte del ala del avión que cayó en Palomares fue a parar a la cueva del bar del Hotel Mojácar y que el entonces Ministro de Información y Turismo no se bañó en el lugar de los hechos.
El accidente, que es lo que ha motivado este recordatorio se produjo en la vertical de la barriada El Tranco de Lubrín y por la inercia de la caída fue a parar a la zona de Palomares, hecho totalmente constatado y asumido. Carece de toda lógica científica que el accidente se produjera en la vertical de la zona en la que cayeron el avión y las bombas, porque resulta, repito, físicamente, imposible que cayera a plomo verticalmente y no inclinadamente como realmente ocurrió. Por consiguiente, sigo dando por hecho incuestionable que el choque se produjera en la vertical del término municipal de Lubrín, exactamente en El Tranco, y cayera inclinadamente desde altura kilométrica a la zona de Palomares.
Y la otra anécdota, sobre la que se ha escrito y casi existe una leyenda es la del lugar en que se bañó Fraga, a la sazón como Ministro de Información y Turismo. Sobre el particular tuve el honor de comentarlo con Don Manuel Fraga Iribarne durante un viaje desde Vélez-Rubio a Granada, y ciertamente la fotografía fue tomada en la playa de Mojácar, tengo la referencia vaga de que fuera en la playa del Parador Nacional, pero este detalle admito sea cuestionado porque fue un comentario velozmente de pasada en un contexto.
He estado fisgoneando por Internet, a prisa y corriendo, y la verdad es que de cuanto aporto en este relato solo he encontrado lo de la fotografía en la playa de Mojácar, y ni siquiera existe coincidencia en la fecha en que se produjo el accidente, unos lo ubican en el 17 de enero y otros en el 19 aunque también los hay que en el 16. Pero de lo que sí estoy convencido, y no solo por estar conformado este hecho solventemente en aquellas fechas, es que el choque se produjo en la vertical del término municipal de Lubrín y no en la de zona en la que cayeron, porque además resulta científicamente imposible si se tienen en cuenta el peso, las condiciones climatológicas y la altura.
Mi difunto padre fue testigo ocular del accidente y fue el día 17 de Enero de 1964