AGUSTÍN DE J. MUÑOZ SOLER (Periodista y comentarista político) El Mirador
http://heme.lagacetadealmeria.com/opinion/el-mirador/96845-la-renovacion-frustrada
Tras la convocatoria de Elecciones Generales para el 20-D los dos Partidos Políticos mayoritarios proclamaron a bombo y platillo que la principal característica de sus candidatos sería la renovación, lo que supondría de una manera simplista un cambio de caras.
Como vendrá observando el amable lector que distrae su tiempo en este espacio periodístico, sostengo incansablemente que de los dirigentes políticos con responsabilidad de Gobierno hay que creerse sistemáticamente lo contrario de lo que dicen y de los que se encuentran en la Oposición pensar casi siempre un quinto de lo que denuncian. De estos últimos encontrarán en ello la explicación al silencio cuando los españolitos y las españolitas de a pie nos quedamos esperando una respuesta que parece evidente y que se torna en el silencio de los justos.
En perfecta sintonía con mi tesis, y modestia aparte parece que me equivoco muy poco, a pesar de que alguno hace lo contrario a lo que digo con la única intencionalidad de quitarme la razón, la renovación política proclamada ante el 20-D se ha quedado, como diría el castizo, en ‘aguas de borrajas’. Ciertamente vengo también defendiendo que la renovación política no consiste en quitar a un@ de 60 y poner a otr@ de 30, sino antes bien supone el cambio de comportamientos capaz de ilusionar a la sociedad en su conjunto.
Pero es que en las listas de candidat@s que concurren a estos comicios no solamente se ha producido una renovación energética sino que siguen aquellos personajes políticos que han encontrado en la actividad política el modo de vida que jamás encontraron en su actividad privada, convirtiendo la actividad política en una próspera profesión jamás soñada. Y como ocurre en toda profesión hasta que no pasan a la jubilación no abandonan la actividad política, por la persistente razón de que no saben hacer otra cosa y hasta esa edad de jubilación pasarían mil y una dificultades económicas.
Por consiguiente se quedarán en ella hasta que puedan cobrar la suculenta jubilación de Padre o Madre de la Patria generando un inconmensurable agravio hacia los que decían servir y de los que en realidad se han estado sirviendo, con el agravante de contar con el mayor sueldo de cuantos existen en su respectivo pueblo o ciudad. Pero además de estar siempre los mismos con distinto collar a lo sumo, existe otra connotación en las candidaturas que suele pasar desapercibida y que para mí tiene una vital importancia. Esta singularidad es la de no ser ningún miembro del colectivo de la Tercera Edad candidato o candidata al Congreso de los Diputados o al Senado, lo que, desde mi humilde punto de vista, supone un desprecio absoluto a quienes contribuyeron determinantemente al desarrollo económico y al progreso social de España.
En mi opinión, l@s jubilad@s suponen el mayor valor humano que tiene España, no en vano dice el proverbio que ‘la experiencia es un grado’, y aprovecharlos supondrían un desahogo económico para el país, la puesta en valor de la experiencia, el rescate de quienes se sienten regelad@s y la recuperación de los personajes políticos como referentes sociales. Por si todo eso fuese poco, en un momento de la Historia Contemporánea en que se está cuestionando desde la clase política a los valores tradicionales de esta sociedad, presentar a jubilad@s como candidatos supone una llamada de atención a un sector social cuantitativamente importante y consecuentemente con elevado interés electoral.
La exclusión de jubilad@s en las listas desplaza el interés valores que han conformado a generaciones para fijarse en algo tan superfluo como lo físico, convirtiendo las candidaturas en meras poses gráficas en las que solo atraen la atención por el cuerpo o la cara y nunca por valores como la consecuencia, la congruencia, la honestidad y la honradez, por ejemplo. Esta relegación de valores nos ha conducido al bochorno que nos supone en España considerar a un delincuente como un héroe y a un perverso como ejemplo a seguir, en contraste con lo que sucede en la Europa de nuestro entorno donde una fechoría durante la juventud les aboca al abandono de todo cargo público. Por consiguiente, apuesto firme y decididamente por la recuperación de nuestros mayores para la actividad política en la seguridad que el buen criterio forjado por los años y la experiencia producirían un cambio a mejor en nuestra sociedad y la acercarían a su clase política, donde en la actualidad solo se piensa que está llena de vividores que se han convertido en l@s mayores potentad@s de sus respectivos pueblos y ciudades. Y no solo soy yo quien apuesta absolutamente por la Tercera Edad sino que me siento el más humilde defensor por la recuperación para la actividad política de este amplio colectivo social, porque algún elevado valor debe tener cuando las grandes empresas tienen a su frente a uno de sus miembros. Una observación absolutamente coincidente que me hacía un buen amigo y politólogo con gran experiencia en la actividad política, porque ciertamente no observo a jóvenes al frente de las grandes empresas.